
Los beneficios de estas dietas se explican por el consumo de frutas y verduras y la evitación de ultraprocesados, no por un supuesto efecto sobre el pH. FOTO: Pexels.
Alimentación
En qué consisten las dietas alcalinas y qué alimentos puedes comer
Priorizan el consumo de frutas y verduras, pero restringen el de otros muchos alimentos saludables, por lo que pueden causar un déficit nutricional. Y en ningún caso preservan la alcalinidad del organismo.
Por Marcos López
21 DE MARZO DE 2025 / 11:30
Por mucho que te encante recurrir a la ironía y el sarcasmo, los seres humanos no somos ácidos. Por el contrario, somos ligeramente básicos. O lo que es lo mismo, alcalinos. No en vano, la mayoría de las partes de nuestro cuerpo suelen tender a un pH levemente superior a 7. De ahí que las dietas alcalinas sean cada vez más populares en internet. Por la sencilla razón de que priorizan los alimentos alcalinos y destierran los ácidos, lo que según sus defensores contribuye a mantener la alcalinidad natural del organismo, protegiéndolo frente a multitud de enfermedades. Lo que no es verdad.
Abby Langer, especialista en Dietética y Nutrición y autora del libro Good Food, Bad Diet, alerta de que «las dietas alcalinas son un engaño. Decir que puedes afectar los niveles de pH de tu cuerpo con los alimentos es completamente absurdo. Son muchas las voces en redes sociales que proclaman que los alimentos acidificantes causan enfermedades y cómo los alcalinizantes pueden prevenirlas y curarlas, pero no hay ninguna evidencia al respecto».


A todo ello se suma que, si bien tienen sus beneficios, las dietas alcalinas no están exentas de riesgos para la salud. Te contamos todo lo que tienes que saber sobre estos regímenes alimenticios condicionados por el pH.
Acidez vs alcalinidad
No todo el cuerpo es alcalino. Por ejemplo, la piel tiene un pH de 4,5-5,75 al contar con un manto ácido protector para evitar agresiones a la epidermis. Y más ácido es aún el estómago, cuyos jugos gástricos, llenos de ácido clorhídrico, tienen un pH de sólo 1-3. Pero sí es cierto que lo común es una ligera alcalinidad. Es el caso de la sangre, cuyo pH es de 7,35-7,45. Y así debe mantenerse, pues cualquier mínima alteración de estos niveles, ya sea hacia arriba –alcalinidad– o hacia abajo –acidez– puede tener consecuencias letales.
El cuerpo no necesita ayuda para regular su pH
Aquí entran en juego las dietas alcalinas. Que según promulgan sus acólitos, contribuyen a que el organismo, muy especialmente la sangre, preserve su pH ligeramente elevado. Priorizando para ello el consumo de alimentos alcalinizantes, como las frutas y las verduras, y desterrando el de los acidificantes, como es el caso de las carnes y los ultraprocesados. Pero hay un problema. Las dietas alcalinas, como ha demostrado la Universidad de Calgary, no tienen ningún efecto sobre el pH de la sangre. Tampoco sobre el del resto del organismo, que se basta por sí solo para regularlo.
Como explica Abby Langer, «una vez que la comida aterriza en nuestros estómagos es presa fácil para los jugos gástricos. Pero también para nuestros sistemas de neutralización de la acidez, que ajustarán los niveles de pH de la sangre sin que tengamos que hacer nada en absoluto».
Te ayudan a perder peso y reducen la inflamación
Las frutas y las verduras constituyen una parte esencial de toda dieta sana y equilibrada. Razón por la que las dietas alcalinas tienen efectos positivos para la salud. Más aún cuando se erradica todo consumo de alimentos ultraprocesados que tanto mal le hacen al organismo. Tal es así que estas dietas, como revela la Universidad de Ciencias Aplicadas de Sakarya, promueven la bajada de peso y la mejora de la salud cardiovascular. Y también, según la Universidad de Basora, reducen la inflamación.
Hacen falta más estudios sobre las dietas alcalinas
Pero más allá de estos beneficios que nada tienen que ver con una regulación del pH corporal, también tienen su lado oscuro. Las dietas alcalinas restringen, cuando no directamente prohíben, el consumo de alimentos acidificantes, y muy sanos, que contienen nutrientes esenciales para el organismo. Por lo que se corre un alto riesgo de sufrir un déficit nutricional. Como apunta la experta, «las dietas alcalinas son ricas en alimentos saludables, pero también hay un montón de alimentos considerados ácidos que, caso de la carne, el pescado, los huevos, los lácteos y cereales como el trigo y el arroz son igualmente saludables».
Un apunte importante: los niveles de pH de la orina y la sangre sí se ven modificados con las dietas alcalinas. Un efecto al que se agarran los defensores de estos regímenes alimenticios. Aunque el resto del cuerpo no experimente ninguna variación. Ni para bien ni para mal.
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