
Beber agua fría reduce el apetito, pero también empeora la digestión. FOTO: Pexels.
Alimentación
El agua muy fría es mala: esta es la temperatura exacta a la que tiene que estar cuando la bebes
Beber el agua demasiado fría puede empeorar las digestiones y aumentar la presión arterial. Lo mejor es tomarla a 16º C por ser la temperatura a la que resulta más apetecible.
Por Marcos López
25 DE ABRIL DE 2025 / 11:30
No importa que sea verano o invierno. Que en la calle haga un calor sofocante o que esté helando. Tienes que estar adecuadamente hidratado. Beber mucha agua para reponer los fluidos que componen hasta el 60% de tus células, tejidos y órganos y que pierdes con el paso de las horas. Incluso mientras duermes. Mejor aún si, como tan vehementemente alegan sus defensores en internet, está tibia o caliente. Pero te encanta el agua (muy) fría. De hecho, siempre guardas en tu nevera una generosa jarra con la que calmar tu sed. Lo que, según la ciencia, puede resultar perjudicial para tu salud.
El doctor Fernando José García, del Servicio de Urgencia Médica de la Comunidad de Madrid (SUMMA 112), explica que «cuando se bebe agua fría, se contraen los vasos sanguíneos y se empeora el proceso digestivo, por lo que siempre debe tomarse a temperatura ambiente o templada».


Apaga tu fuego interior
La principal razón por la que el agua fría tiene tan mala fama en las redes sociales se basa en que, según la medicina tradicional india –o ayurvédica–, puede apagar el «agni» o fuego digestivo, limitando mucho la capacidad del organismo para transformar los alimentos en energía. Pero aún hay más. De acuerdo con la medicina tradicional china, también puede bloquear el «chi» o energía vital, afectando al rendimiento del bazo, los riñones y el estómago y, por ende, mermando la salud digestiva. Lo que como han demostrado los estudios, no se encuentra muy lejos de la realidad.
Las digestiones son mucho más pesadas
La Universidad de Waseda ha observado que, frente a temperaturas mucho más calientes, beber agua gélida, a tan sólo 2º C, durante las comidas reduce en gran medida la motilidad gastrointestinal, por lo que se reduce el apetito y se acaba comiendo en menor cantidad. Sin embargo, y por bueno que pueda parecer, este efecto es (muy) negativo: hay formas mucho más saludables para perder peso que empeorando la salud digestiva.
No es buena para el corazón
El agua fría con o sin gas, tal y como ha revelado la Universidad Internacional de Salud y Bienestar de Odawara, también se asocia a un aumento de las cifras de presión sanguínea. Y si bien este incremento es únicamente temporal, puede resultar peligroso para las personas que padecen hipertensión, en las que podría elevar el riesgo de sufrir un infarto o un ictus. Pero también puede tener su lado positivo.
El doctor García apunta que «beber agua realmente fría, a una temperatura de 4º C o 5º C, provoca un aumento de la presión arterial sistólica y diastólica durante unos 20 minutos en personas jóvenes sanas. Un efecto que según algunos estudios podría utilizarse para el tratamiento de la hipotensión sintomática«.
Ni muy fría ni demasiado caliente
El otoño es la mejor época del año para disfrutar de una caliente, y humeante, infusión. Más aún, como indica la doctora Lucía Redondo, especialista en Salud Integrativa, Psiconeuroinmunología Clínica y Nutrición, «en las personas con problemas digestivos, en las que es preferible reducir las bebidas muy frías y optar, además de por las infusiones, por el agua del tiempo y los caldos«. Pero al igual que el agua fría puede resultar no demasiado saludable, tampoco lo es quemarse la lengua. Hay un término medio.
Concretamente, la Universidad de Ciencias Médicas de Urmía ha fijado en 16º C la temperatura ideal a la que debe beberse el agua. La misma a la que corre cuando se abre el grifo de agua fría. No en vano, esta temperatura es la que promueve que cualquier persona, además de sudar menos tras el ejercicio, beba más agua, promoviendo así su correcta hidratación.
Lo realmente importante es hidratarse
En definitiva, mejor tibia que fría. Aunque tampoco es cuestión de demonizarla. Como refiere la doctora Redondo, «no pasa porque un día te tomes una bebida fresquita o un helado. Pero nuestras rutinas diarias, deberían ser lo más adaptadas a nuestra fisiología«.
Una vez más, lo realmente importante es estar hidratado. Que si bien igualmente se logra cuando se bebe agua a baja temperaturas, nunca debe consumirse fría en caso de tener un resfriado o la gripe. Tampoco cuando se padece un dolor de cabeza, pues si bien el agua fría no causa directamente las cefaleas sí que puede aumentar, y mucho, su intensidad, según ha demostrado el Hospital Universitario de Uppsala.
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