
El envejecimiento va más allá de los signos físicos. FOTO: Pexels.
CUERPO
Cuáles son los 12 signos del envejecimiento, según el catedrático López-Otín
Hacerse mayor va más allá de las arrugas o de la falta de agilidad. Dentro de tu cuerpo, a nivel celular y molecular, se van dando procesos que son los verdaderos causantes del envejecimiento.
Por María Corisco
25 DE FEBRERO DE 2025 / 17:00
Todo el mundo sabe lo que significa envejecer o, al menos, tiene una idea sobre el tema: para algunos, es notar las primeras arrugas o la aparición de canas; para otros, es perder agilidad o sentir que la energía ya no es la misma. Sin embargo, más allá de esta visión personal, la ciencia ha demostrado que el envejecimiento es un proceso biológico que puede definirse de manera objetiva.
Uno de los principales referentes en este campo es un investigador español, el biólogo y bioquímico molecular Carlos López-Otín. En el año 2013, López-Otín y su equipo publicaron en Cell un trabajo en el que identificaron una serie de marcas biológicas, nueve signos clave, que explicaban los mecanismos que contribuyen al envejecimiento y al desarrollo de enfermedades asociadas a la edad. El estudio, Hallmarcks of Aging, supuso un hito en la biogerontología, fue referenciado en miles de ocasiones y ha sido el punto de partida para el desarrollo de las investigaciones posteriores sobre el envejecimiento.


Los nueve signos clave
Estas son las marcas del envejecimiento definidas por López-Otín en Hallmarcks of Aging, y que se van produciendo en tu cuerpo a medida que te haces mayor, aunque no seas consciente de ellas.
- Inestabilidad genómica. Con el tiempo, el ADN sufre daños debido a factores internos (errores en la replicación, estrés oxidativo) y externos (radiación, agentes químicos). Estos daños pueden provocar mutaciones y disfunciones celulares.
- Acortamiento de los telómeros. Los telómeros son secuencias de ADN que protegen los extremos de los cromosomas. Con cada división celular se acortan, y cuando son demasiado cortos, la célula deja de dividirse o entra en senescencia.
- Alteraciones epigenéticas. Son cambios en la forma en que se activan o desactivan nuestros genes, sin modificar el ADN en sí, como si tuvieran un interruptor que regula su funcionamiento. Factores como la edad, la alimentación o el estilo de vida pueden afectar este proceso. Con el tiempo, estos cambios pueden hacer que las células funcionen peor, favoreciendo el envejecimiento y el desarrollo de enfermedades.
- Pérdida de la proteostasis. Es el equilibrio en la producción, plegado y eliminación de proteínas. Con la edad, este sistema falla, lo que provoca acumulación de proteínas mal plegadas y enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson.
- Disminución en la detección de nutrientes. Las células pierden sensibilidad a señales metabólicas como la insulina o el IGF-1 (factor de crecimiento similar a la insulina). Esto altera el metabolismo y puede contribuir a enfermedades como la diabetes tipo 2.
- Disfunción mitocondrial. Las mitocondrias generan energía para la célula, pero con la edad su eficiencia disminuye. Esto provoca mayor estrés oxidativo y menor producción de ATP, afectando el funcionamiento celular.
- Senescencia celular. Algunas células dejan de dividirse pero no mueren, liberando sustancias inflamatorias que afectan a los tejidos cercanos. La acumulación de células senescentes contribuye a enfermedades crónicas.
- Agotamiento de las células madre. Con el envejecimiento, las células madre pierden su capacidad regenerativa. Esto afecta a tejidos como la piel, los músculos y la médula ósea, reduciendo su capacidad de reparación.
- Comunicación intercelular alterada. Con la edad, las células pierden eficiencia en su comunicación con otras células y tejidos. Se generan niveles crónicos de inflamación de bajo grado, contribuyendo a enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas.
Tres signos más
El artículo no solo sintetizó décadas de investigación en un modelo comprensible y aplicable, sino que también catalizó avances científicos y médicos en la lucha contra el envejecimiento. Pero, diez años después de su publicación, López-Otín y su equipo ampliaron estos signos a doce, porque la investigación en biología del envejecimiento avanzó y se descubrieron tres nuevos procesos clave que también influyen en cómo envejecemos.
Estos incluyen la disfunción del sistema inmunológico, la inestabilidad del microbioma y la inflamación crónica, factores que juegan un papel fundamental en la longevidad y la aparición de enfermedades asociadas a la edad:
- Inflamación crónica. A medida que envejecemos, el cuerpo mantiene un estado constante de inflamación de bajo grado. Este proceso no está vinculado a infecciones, sino a una activación del sistema inmunológico debida a células senescentes, disfunción mitocondrial y microbioma alterado. Este tipo de inflamación contribuye al desarrollo de enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas y metabólicas.
- Disminución de la resiliencia celular. Con los años, las células pierden su capacidad de adaptarse y responder a factores de estrés como toxinas, daño oxidativo y cambios en el entorno. Este deterioro, que está relacionado con una menor eficiencia en la activación de mecanismos de reparación celular y supervivencia, reduce la capacidad de regeneración de tejidos y aumenta la susceptibilidad a enfermedades.
- Alteración del microbioma. El equilibrio del microbioma intestinal y de otros órganos se altera con la edad, disminuyendo la diversidad bacteriana beneficiosa y favoreciendo microorganismos inflamatorios. Este cambio contribuye a trastornos metabólicos, inflamación crónica y disfunción inmunológica.
Este nuevo enfoque abre la puerta a estrategias más precisas para retrasar el envejecimiento y mejorar la calidad de vida en la vejez.
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