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La ciencia ha demostrado que el proceso de envejecimiento no es lineal. FOTO: Instagram @pino_montesdeoca

Cuerpo

A qué edad empiezas a envejecer de verdad: estos son los dos momentos clave

Según un estudio de la Universidad de Stanford, el cuerpo experimenta un bajón considerable en dos momentos muy concretos: a los 44 y a los 60 años.

Por Sara Flamenco

07 DE OCTUBRE DE 2024 / 07:47

El envejecimiento es un proceso natural e inevitable. El paso de los años trae consigo el deterioro de ciertas capacidades, tanto cognitivas como físicas, que puede hacer que desenvolverse en el día a día resulte cada vez más fatigoso. Este hecho, sumado al aumento paulatino de la esperanza de vida, explica por qué cada vez más nos preocupamos por lograr un envejecimiento de calidad. De ahí que adoptemos hábitos como una alimentación equilibrada, la práctica de ejercicio de manera regular y la vigilancia de nuestras las aptitudes cognitivas para que el cerebro se mantenga funcional.

Cada vez más, la ciencia trata de buscar las claves del envejecimiento. Y los investigadores han encontrado los dos picos en los que el cuerpo envejece drásticamente. Un estudio de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, ha desvelado las dos edades a las que el cuerpo envejece de manera radical: a los 44 y a los 60 años. El estudio, publicado por la revista Nature, apunta a que las personas de 44 años poseen unas moléculas totalmente diferentes a las de las personas más jóvenes, un claro indicativo de que el cuerpo cambia y envejece.

Este estudio revela que a partir de los 44 años las funciones corporales sufren una caída notable. Este es el motivo por el que aumentan las posibilidades de tener problemas del corazón, además de que el cuerpo tarda más en eliminar el alcohol y la cafeína, y la piel y los músculos acusan más el deterioro paulatino. Este proceso vuelve a repetirse a los 60 años, cuando el patrón molecular se repite. En este caso, las consecuencias son distintas, aumentando la posibilidad de sufrir un fallo renal, de padecer diabetes tipo 2 e, incluso, inmunodeficiencia.

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Los científicos de Stanford midieron la actividad molecular de los individuos de su estudio durante casi dos años. Las diferentes muestras que obtuvieron formaron unos 246.000 millones de biomarcadores que el equipo pudo contrastar. «Nuestro objetivo era encontrar cuándo se producían los cambios y alteraciones más frecuentes a nivel molecular y bioquímico«, explica Michael Snyder, coautor del estudio y director del departamento de Genética de Stanford Medicine. Los resultados muestran que el 81% de las moléculas no cambiaron de forma continua (como cabría esperar con un envejecimiento lineal), sino que se transformaron significativamente en torno a los 44 y a los 60 años.

A los 44 años, algunos de los cambios observados se produjeron en células que afectan al metabolismo, lo que podría explicar por qué a partir de esta edad cuesta más absorber y procesar la cafeína y el alcohol. También se encontraron más cambios en las proteínas del tejido adiposo, lo que podría explicar los niveles más altos de colesterol y el aumento de peso en torno a esta edad. Y también se vieron cambios en las proteínas del tejido conjuntivo asociadas a la estructura de la piel y los músculos, razón por la cual la piel empieza a descolgarse y aparecen más arrugas.

A los 60 años, el equipo observó más cambios moleculares relacionados con la función renal y la salud inmunitaria. Esto, según Snyder, podría explicar por qué los adultos mayores son más vulnerables a enfermedades como la COVID-19 y por qué las tasas de cáncer, los problemas renales y los trastornos cardiovasculares aumentan tan drásticamente en torno a los 60 años.

La posibilidad de retrasar el reloj biológico es algo que lleva años siendo objeto de estudio. El investigador David Sinclair, catedrático de genética y codirector del Centro Paul F. Glenn de Investigación en Biología del Envejecimiento de la Facultad de Medicina de Harvard, lleva años centrándose en este tema. Su trabajo se enfoca en la epigenética y la prevención de los signos del envejecimiento a nivel celular. A lo largo de su carrera profesional, Sinclair ha establecido unas rutinas que consiguen ralentizar el proceso de envejecimiento:

1. Eliminar el azúcar: según Sinclair, tener niveles elevados de azúcar en sangre aumenta el riesgo de que las proteínas sufran un proceso nocivo desencadenado al adherirse al azúcar. Este proceso contribuiría, según sus estudios, a acelerar el envejecimiento.

2. Reducir el consumo de pan: según Sinclair, los carbohidratos también provocan niveles elevados de glucosa en sangre. A largo plazo, los efectos de la glucosa en nuestro cuerpo son un caldo de cultivo para multitud de enfermedades crónicas, como la diabetes tipo 2 o la enfermedad coronaria.

3. Reducir el consumo de carne: el doctor Sinclair apoya el aumento del consumo de proteínas vegetales que estimulan genes como las sirtuinas, que pueden promover la longevidad. Otra buena opción son los pescados, que gracias a su aporte de ácidos grasos omega 3 contribuyen a una mejora de la salud y la longevidad.

4. Se acabó el alcohol: la Federación Mundial del Corazón señala que cualquier nivel de consumo de alcohol puede conducir a una pérdida de salud. Los estudios han demostrado que incluso cantidades pequeñas de alcohol pueden incrementar el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares.

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5. Prohibido fumar: el tabaco es el elemento más tóxico entre todos los que consumimos habitualmente. Causa problemas en todo el organismo, no sólo a nivel pulmonar: está asociado a patologías como el cáncer de laringe, de estómago, de páncreas o de vejiga.

6. Ayuno intermitente: Sinclair no da demasiada importancia al desayuno y opta por un ayuno de entre 16 y 18 horas. De este modo, según el experto, le dejas más tiempo al intestino para digerir los alimentos, lo que se traduce en beneficios para la microbiota.

7. Aumento del ejercicio físico: como señala Marcos Vázquez, creador de Fitness Revolucionario, «el ejercicio físico es el hábito que más impacta positivamente en la calidad del envejecimiento». Para contrarrestar la pérdida de masa muscular y ósea que se produce con la edad, lo mejor es optar por el entrenamiento de fuerza.

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