
Aun útiles, los datos que te ofrece tu smartwatch no son concluyentes, por lo que no deben generarte estrés. FOTO: Pexels.
Ejercicio
La obsesión de mirar tus datos de actividad es mala para tu ejercicio y puede amargarte la vida
Consultar obsesivamente lo eficiente que está siendo tu entrenamiento acabará generándote ansiedad y frustración. Deja de mirar los datos y guíate por tus sensaciones.
Por Marcos López
30 DE MARZO DE 2025 / 08:00
Frecuencia cardiaca, capacidad aeróbica y número de pasos recorridos. Unos datos que, junto a otros muchos, te permiten conocer lo eficiente que está siendo tu ejercicio. Lo que además de gran ayuda, puede resultar contraproducente. Pues de consultarlos continuamente, de forma obsesiva, sólo acabarán arruinando tu entrenamiento. Pero no te preocupes. Es muy fácil ponerle remedio.
Los récords, dicen, están para batirlos. Incluidos los propios. Así que cada día tratas de ir un paso más allá. Guiándote por un dispositivo que registra los datos de tu ejercicio. Que para no perder comba, consultas cada cinco minutos. Para, una y otra vez, comprobar que sigues estando muy lejos de tu objetivo. Lo que además de agobiarte, te causa una gran frustración. Hasta el punto de convertir tu entrenamiento en un suplicio.


No te hace ningún bien
Javi Reig, entrenador personal y CEO de Fitness & Coach, explica que «tener acceso a datos sobre nuestra actividad tiene tanto consecuencias positivas como negativas. Así, entre las positivas podemos destacar el aumento de la motivación al ver que mejoras y, en el caso específico de correr, que vas a un ritmo más rápido. Y a ello se suma que gracias a los datos podemos planificar mucho mejor los entrenamientos».
Pero no hay que olvidarse del lado oscuro. Pues como continúa el experto, «una obsesión por estos datos también tiene consecuencias negativas, caso de la distracción constante al estar todo el rato mirándolos, o de una aumento del estrés al ver que algo no sale como uno quiere. Hay que disfrutar siempre del deporte y utilizar los datos como herramienta para mejorar, nunca para obsesionarnos».
Demasiados datos
Hace (no tanto) tiempo que los relojes de pulsera dejaron de ser unos artilugios que, aun muy sofisticados, servían únicamente para saber la hora en que vivíamos. O que los móviles, tan voluminosos y pesados como un ladrillo, sólo permitían hacer simples llamadas telefónicas. Demasiado aburrido.
Pero el mundo ya no es analógico, sino digital. Los avances tecnológicos han posibilitado el desarrollo de dispositivos que, caso de los smartwatchs y los smartphones, permiten obtener al instante información sobre lo que pasa no ya en el mundo, sino dentro del propio cuerpo. Unos datos que en el caso de la actividad física y, por ende, de la salud, pueden resultar excesivos. Abrumadores.
No dejes que arruinen tu vida
No hay nada malo en conocer cuál es tu frecuencia cardiaca mientras haces ejercicio. Tampoco que tu dispositivo te chive que tu corazón late desbocado, que tienes que bajar el ritmo o, llegado el caso, parar. Lo mismo sucede con el registro de tus horas de sueño. Saber que no duermes lo suficiente, o que te despiertas continuamente en medio de la noche, es importante para concienciarte sobre la necesidad de adoptar buenos hábitos que garanticen tu descanso.
Pero tanta información también puede resultar contraproducente. Saber que cada día aumentas tu deuda de sueño puede causarte ansiedad, con lo que el abrazo de Morfeo te resultará aún más esquivo. Y por lo que refiere al ejercicio, cada vez hay más gente que sale a correr o a caminar con el simple propósito de que su dispositivo registre su actividad. No para, como antaño, deleitarse de todos los beneficios, tanto físicos como mentales, que conlleva entrenarse al aire libre.
También hay que tener cuidado con aquellos datos que, por su complejidad, resultan más difíciles de interpretar. Como indica Javi Reig, «los datos de los relojes no son completamente precisos, pero lo más importante es saber interpretarlos. Por ejemplo datos como la distancia del GPS son bastantes precisos, pero en cambio la frecuencia cardiaca o calorías quemadas pueden presentar más variaciones y no son tan precisos. Para interpretar bien los datos tenemos que analizar el contexto y acompañarlos siempre con las sensaciones que uno tiene, ya que uno conoce su cuerpo a la perfección».
Si los usas ponles límites
En definitiva, si consultar tu dispositivo te causa estrés, es hora de guardarlo en un cajón. De hacer ejercicio para, además de mejorar tu salud, disfrutar. Guiarte por tus sensaciones. Intentar dormir más horas no porque lo dicte una pantalla, sino porque te sientes cansado y somnoliento. Como indica Javi Reig, «puede ser que un día te haya dicho que estás falto de sueño aunque te sientas con mucha energía. Es mejor escuchar a tu cuerpo que basarte en los datos al 100%».
Además, siempre puedes volver a lo analógico. Registrar tus datos de actividad en un diario. A mano. Pero quieres seguir utilizando esa pulsera que, además de lucir muy bien, te ofrece tantos datos. Así que adelante. Pero con algunos límites. Ignorándola cuando, como si te regañara, concluye que tu entrenamiento ha sido «improductivo».
Entonces, ¿cada cuánto tiempo hay que consultar los datos? Pues como concluye el experto, «va a depender de cada persona y de los objetivos que uno se marque. Si embargo, nuestra recomendación es siempre ponerse a la vista los datos que realmente nos interesan. Por ejemplo, si vamos a correr, ver la distancia, el ritmo o la frecuencia cardiaca. También usar alertas o notificaciones para consultar los datos cuando realmente hagan falta. Y por último, no sobreinterpretar los datos y no obsesionarse con lo que nos digan».
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