
Los Irrigadores bucales ofrecen una limpieza dental profunda gracias al agua a presión. FOTO: Pexels.
CUERPO
Por qué necesitas un irrigador dental: estos son los cambios positivos que vas a notar en tu boca
Este complemento perfecto del cepillado ayuda a reducir la placa dental y tener encías más sanas. Estos son los trucos para sacarle todo el provecho.
Por Paka Díaz
11 DE FEBRERO DE 2025 / 13:30
En 1962, el odontólogo Gerald Moyer y el ingeniero John Mattingly lanzaron un dispositivo que habían creado para dar un paso más allá en la limpieza dental. El dispositivo se llamaba Water Pik y era el primer irrigador dental que se lanzó al mercado. Los dentistas lo recibieron con grana cogida, ya que llegaba a zonas interdentales más complicadas de limpiar, incluso más que el hilo dental.
El uso habitual del irrigador bucal, como complemento del cepillo de dientes –nunca como sustituto–, produce numerosos beneficios. Entre otras cosas, ayuda a disminuir la placa dental y a tener unas encías más sanas, puesto que las masajea. Sin embargo, conviene saber cómo usarlo correctamente para lograr la mejor experiencia posible de bienestar y cuidados.


Qué es un irrigador dental
Los irrigadores bucales o dentales son aparatos basados en el agua a presión, que están destinados a ofrecer una limpieza profunda, tanto de los espacios interdentales como de las encías. Lo primero que aclara Rafael Picón, director general de Eurolab Farma, es que «cuando nos cepillamos los dientes, estamos haciendo una limpieza importante de la parte posterior y de la parte frontal de los dientes. Sin embargo, nos estamos olvidando de limpiar los espacios interdentales y la parte de la inserción del diente en la encía».
Para llegar a esas zonas más complicadas de alcanzar, el irrigador es muy útil, ya que viene a completar esta parte tan importante de la higiene bucal. «Con el agua a presión que proyecta, hace que cualquier resto de alimento que permanezca en estas zonas tras el cepillado desparezca», apunta Picón, para quien «el irrigador bucal debería estar presente en la limpieza bucal diaria. Hay que tener en cuenta que el cepillado dental no es suficiente para tener una higiene bucal completa».
Beneficios de usar un irrigador dental
La limpieza profunda que se consigue al utilizar los irrigadores contribuye a reducir el riesgo de caries y enfermedades de las encías, y a prevenir otros problemas dentales, como la gingivitis o la periodontitis. Pero además reduce la placa dental y, al masajear las encías, promueve que estén más sanas. Además, para una persona que llevan algún tipo de aparato de ortodoncia es una ayuda importante ya que llega donde el cepillo no consigue. «Solo con un irrigador se puede tener una higiene bucal completa en caso de tener ortodoncia», señala Picón.
«Entre los principales beneficios que se obtienen del uso habitual del irrigador bucal destaca la desaparición de cualquier problema gingival», añade Picón, que puntualiza que «las encías se mantienen en perfecto estado gracias a la eliminación de los pequeños restos que siempre quedan alojados entre el diente y la encía. Por otro lado, se disminuye la acumulación de sarro interdental y, por ello, la probabilidad de desarrollar caries».
Cuando no se debe usar un irrigador dental
El experto destaca que los irrigadores son aparatos inventados y desarrollados por odontólogos y únicamente destinados para irrigar agua a presión sobre dientes y encías. Y aunque la fuerza del chorro de agua está homologada para evitar provocar daños en la boca, Picón recomienda adaptarlo al confort de uso de cada persona. «Requiere acostumbrarse a la sensación de irrigar agua a presión en la boca. Nos puede llevar dos o tres usos», comenta.
Eso sí, hay que tener en cuenta que «si nos hemos sometido a una operación bucal que tenga herida, ya sea una extracción o cualquier otro tipo de cirugía, no podremos irrigar la zona tratada hasta que ésta no cicatrice totalmente». Además, los pacientes con implantes, coronas, puentes o aparatos de ortodoncia deben usar el irrigador con cuidado y sin ejercer demasiada presión, al mínimo de fuerza.
Cómo usar un irrigador dental
En cuanto a los dientes, usar un irrigador evita que se inflamen las encías. También ayuda a mejorar el cuidado bucodental, para evitar problemas, por lo que es perfecto para quienes tienen fobia al dentista. «Su uso es muy sencillo. Nosotros recomendamos usarlo antes del cepillado dental», afirma el director general de Eurolab Farma. Para utilizarlo de manera correcta hay que, primero, ajustar el nivel de presión del chorro del agua. Que limpie pero siempre sin sentir molestias. Una buena idea es usar agua tibia, en vez de fría.
Una vez ajustado todo, se debe de colocar la punta del irrigador en un ángulo de 90º en las encías y los espacios entre los dientes. Hay que apuntar en ese sentido para no dañar el esmalte dental. «Primero hay que irrigar agua entre los espacios interdentales de toda la boca y, después, en las inserciones del diente con las encías», sugiere Rafael Picón, que ofrece un truco: «Para mejorar aún más la sensación de limpieza, se puede añadir, en el agua del irrigador, un 10% de colutorio«. Mejor, siempre, sin alcohol. Después toca iniciar el cepillado dental y, algo fundamental, convertirlo en un hábito diario.
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