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Una ducha fría puede reducir algunos síntomas de la menopausia como los cambios de humor o los sofocos./ Foto: Pexels

SALUD HORMONAL

Beneficios del frío en la menopausia: así te ayuda a combatir los síntomas

Darse baños helados o duchas de agua fría ayuda a combatir los síntomas de la menopausia, regula los niveles de cortisol y mejora la salud cardiovascular.

Por Cristina Martín Frutos

12 DE MARZO DE 2024 / 13:30

Piensa en sumergirte en una bañera llena de hielo (unos 100 kilogramos) donde sumergirse… Suena escalofriante, está claro, pero quienes han probado alguna de estas situaciones, como el periodista Juan Ramón Lucas, aseguran que les hacen sentir tan bien que hasta generan adicción. Existe hasta un método, el Wim Hof -lleva el nombre del atleta holandés que lo creó-, que defiende las propiedades de la exposición al frío. Mejora de concentración, oxigenación, recuperación muscular… Pero, ¿existen los mismos beneficios del frío en la menopausia?


Es importante puntualizar, como afirma la doctora Anna Baeza, «que no hay demasiada evidencia científica sobre cómo la exposición al frío influye a nivel hormonal en la mujer en este periodo de vida». Y añade la doctora, que es coordinadora de los Servicios Médicos y de Terapias Naturales de Sha Wellness Clinic, «pero sus beneficios sí que pueden contrarrestar las consecuencias y síntomas de la menopausia«, añade la doctora. Uno de los escasos estudios que existen al respecto, realizado en el University College London, destaca precisamente que nadar en agua a bajas temperaturas puede reducir significativamente la ansiedad (47%),  los cambios de humor (35%) e, incluso, los sofocos (30%).

Un subidón hormonal de felicidad

Uri Imperial, conocido como el «iceman» de Barcelona, sabe por propia experiencia -y por la de sus alumnos- que los efectos más notables de los baños helados tienen que ver con la parte mental. «Al exponernos al frío tenemos una reacción de alerta y huida. El sistema nervioso se comunica con el endocrino y le ordena que genere hormonas para sobrevivir. Hablamos de un torrente de dopamina, oxitocina, serotonina y endorfinas con su consiguiente sensación de subidón y bienestar», explica Imperial, quien organiza talleres siguiendo el método Wim Hof en Ice Bath Barcelona.

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Después de pasar entre dos y cinco minutos dentro de esa bañera a menos de tres grados, muchas de las participantes en sus talleres le hablan de «mayor seguridad, resiliencia, motivación, empoderamiento…». «Esto tiene que ver, sin duda, con esa liberación de hormonas de la felicidad«, explica este ‘hombre hielo’.  Por tanto, en una época de cambios hormonales y vaivenes emocionales, los primeros beneficios del frío en la menopausia quedan claros.

Cómo el frío mejora otros síntomas en la menopausia

Más allá de las experiencias, en ocasiones algo extremas, de Wim Hof o el propio Uri, existe mucha literatura científica que avala los beneficios del frío (con una exposición controlada y repetida) sobre la salud.

«Puede tener un efecto protector a nivel cardiovascular, con reducción del tejido adiposo y provocar una mejoría de la sensibilidad a la insulina y por tanto reducción del riesgo de desarrollar diabetes tipo II», destaca la doctora Baeza. Algo muy importante ya desde la perimenopausia. «Ya que la caída de estrógenos, entre otras cosas, empeora factores de riesgo cardiovascular como la hipertensión o los niveles de colesterol en sangre», precisa la experta.

En este sentido, Uri Imperial añade «el trabajo del tono cardiovascular». Algo así, como un entrenamiento del corazón y de la circulación sanguínea. «El cuerpo, para protegerse del frío, provoca una vasoconstricción que hace que la sangre migre hacia zonas vitales. Mientras que al salir, la musculatura del sistema venoso sufre una vasodilatación. De modo que trabajas los más de 120.000 kilómetros de sistema cardiovascular», ilustra.

Otro aspecto interesante durante la menopausia, cuando se produce una reducción significativa del gasto energético, es que el frío acelera el metabolismo y tiene un efecto antiinflamatorio. «No es que te haga adelgazar o perder peso, pero sí que ayuda a una mayor quema de energía«, explica Imperial.

Luchar contra el sedentarismo térmico

Cada vez es más frecuente oír hablar sobre el sedentarismo térmico. Este término tiene mucho que ver con las comodidades que nos rodean (aire acondicionado y calefacción en casa, trabajo, coche…) y que evitan que el cuerpo sufra cambios de temperatura. Según Uri Imperial, «este confort priva al organismo de termorregularse. Es decir, el cuerpo no es capaz de responder al estímulo, en este caso el frío, para defenderse». La exposición a las bajas temperaturas, por tanto, ayuda a trabajar esa termorregulación. Y, en última instancia, repercute en el estado del sistema inmune.

Aquí también entra en juego, como subraya Imperial, «el papel del frío como estresor hormético». Esta hormesis, que supone, entre otras cosas, salir de la zona de confort de forma voluntaria, tiene una parte muy positiva. «Son pequeñas agresiones al organismo de forma controlada que terminan por desencadenar cambios adaptativos beneficiosos para la salud», detalla la experta de Sha Wellness. El ayuno intermitente o el deporte son otros estresores que también presentan grandes beneficios durante la menopausia.

 

Cómo iniciarse en la exposición al frío en la menopausia

Por mucho que conozcamos los beneficios, no todo el mundo ve atractivo adentrarse unos minutos en una bañera helada…  Uri Imperial da algún consejo. «La forma más sencilla de iniciarse es exponerse al entorno natural. Por ejemplo, en invierno, no deberíamos taparnos tanto. Puedes salir a dar un paseo con menos ropa y llevar un jersey en el bolso», recomienda.

Otra opción, sobre todo si se tiene jardín o una terraza discreta, es salir un par de minutos en ropa interior o con shorts y tirantes a primera hora de la mañana. Las duchas frías son otro clásico. «Pero en ellas se trabaja mucho la fuerza de voluntad, porque tienes que ir muy en contra del confort», apunta Uri. Lo ideal es ir de forma progresiva. Puedes acabar con agua totalmente fría e ir incrementando poco a poco, hasta alcanzar los 2 minutos de exposición. O estar más rato con una temperatura más tibia.

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«Si vives cerca del mar, báñate durante todo el año. Y, lo último en la pirámide, serían los baños de hielo», prosigue el iceman.

En cualquier caso, hay que evitar bloqueos y cuidar mucho la respiración. Tanto es así, que en los talleres de Ice Bath solo se dedican dos minutos a las inmersiones; el resto del tiempo se trabaja la mente y se enseña a respirar.

«Además, no podemos olvidar que esto no trata de pasar frío, sino de sentirlo y aceptarlo. Cuando lo entiendes, es liberador. Te hace mucho más fuerte de lo que eras, marca una diferencia mental y física», concluye Uri Imperial. Visto así, merece la pena dejar de ser friolero.

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