
El estrés del trabajo eleva los niveles de cortisol. FOTO: escena de El diablo viste de Prada.
Salud hormonal
Ocho señales claras de que tienes el cortisol por las nubes
El cortisol es necesario para el buen funcionamiento del organismo, pero unos niveles demasiado elevados amenazan tu bienestar físico y mental.
Por Sara Flamenco
09 DE OCTUBRE DE 2024 / 08:32
Secretado por las glándulas suprarrenales situadas encima de los riñones, el cortisol, conocido como hormona esteroidea, se encuentra en casi todos los tejidos del cuerpo. Comúnmente denominado la hormona del estrés, el cortisol tiene muy mala fama pero lo cierto es que no podríamos vivir sin él. El cortisol permite que el cuerpo regule gran cantidad de procesos de nuestro organismo, desde el metabolismo hasta el sueño, pasando por la función inmunitaria y la inflamación. Su función más conocida es la de preparar el cuerpo para responder a una amenaza.
Sí, segregar cortisol es bueno y necesario, pero los problemas comienzan cuando los niveles de desequilibran. Es en esos casos cuando el bienestar físico y emocional del individuo se ve amenazado. Puedes tener una carencia de cortisol, lo que provocaría una fatiga aplastante y pérdida de apetito, entre otros síntomas. Pero lo que suele preocupar a la población es el exceso de esta hormona. «El estrés crónico, y en consecuencia los niveles elevados de cortisol, pueden perjudicar la función cognitiva, la memoria y el estado de ánimo. También pueden aumentar el riesgo de ansiedad y depresión», afirma la neurocientífica y psiquiatra Tara Swart. Por ello, esta doctora ha recogido los ocho signos de alarma que delatan que tienes el cortisol por las nubes:
1. Aumento de peso
Un exceso de cortisol puede hacer que se acumule más grasa en determinadas zonas del cuerpo como la cara, el abdomen y la parte superior de la espalda. Y es que esta hormona influye en la acumulación de grasa visceral, que es la que rodea a los órganos internos y la más peligrosa. No estamos hablando sólo de un problema estético, porque la grasa abdominal y la visceral están asociadas con un mayor riesgo de enfermedades cardíacas y metabólicas. Además, según afirma la Dra. Charlott Hodges, presidenta del departamento de cirugía del Centro Médico White Rock, «el cortisol puede tener cierta influencia sobre cómo el cuerpo retiene peso, produce insulina y qué tipo de alimentos anhelamos».


2. Problemas para dormir
El cortisol es el responsable de estabilizar los ritmos circadianos, regulando los ciclos de sueño y vigilia. Pero cuando los niveles de cortisol están demasiado altos, especialmente durante la noche, este ciclo natural puede alterarse, haciendo que sea más difícil conciliar el sueño. La cosa no se queda ahí: un exceso de cortisol también puede hacer que duermas peor, impidiendo que entres en las fases más profundas del sueño, lo que puede generar que estés cansado durante todo el día porque no descansas bien por la noche. Eso sí, no es el único factor, como bien explica Jana Fernández, autora del libro Aprende a descansar: «Culpar al cortisol de dormir mal no es justo. A menos que exista una patología por la cual haya unos niveles no adecuados de cortisol, la culpa la tenemos nosotros».
3. Hipertensión
Tener un exceso de cortisol durante un largo periodo de tiempo puede hacer que la presión arterial se eleve de manera sostenida, contribuyendo a la hipertensión. Esto se debe a que el cortisol aumenta la retención de sodio y agua en los riñones, lo que eleva el volumen sanguíneo y, debido a ello, la presión arterial.

4. Nivel alto de azúcar en sangre
El cortisol estimula la producción de glucosa en el hígado y también puede aumentar los niveles de azúcar en sangre. Esto ocurre porque el cuerpo puede interpretar el estrés como una señal de que necesita energía adicional para huir de una amenaza, por lo que libera glucosa para proporcionársela. Cuando esta situación se cronifica, el exceso de glucosa puede aumentar el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
5. Brotes de acné
El cortisol estimula las glándulas sebáceas, lo que puede provocar un exceso de producción de sebo, desencadenando brotes de acné. Pero no sólo eso, ya que el cortisol también está asociado con la inflamación crónica, lo que puede provocar una piel enrojecida o sensible.
6. Irritabilidad
Las personas con unos niveles demasiado elevados de cortisol pueden experimentar cambios de humor e irritabilidad e incluso arrebatos de ira en algunos momentos. Esto es debido a que el cortisol interfiere con otros neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, que son los encargados de regular las emociones. Además, como ya hemos indicado, el cortisol puede hacer que duermas peor y que sea más difícil controlar las emociones.
7. Ansiedad o depresión
Sí, el cortisol puede ayudarte a controlar el estrés en situaciones puntuales. Pero unos niveles demasiado elevados de forma sostenida pueden contribuir al desarrollo de ansiedad o incluso de depresión. Y es que el cortisol afecta el equilibrio de los neurotransmisores en el cerebro y puede dañar regiones clave, como el hipocampo, que regula las emociones.
8. Disminución del deseo sexual
Unos niveles elevados de cortisol también interfieren en la producción de hormonas sexuales, como la testosterona y los estrógenos, lo que puede resultar en una disminución del deseo sexual. Esto sucede porque el cuerpo prioriza la producción de cortisol sobre otras hormonas cuando está sometido a estrés crónico, lo que puede resultar en una disminución en la libido, afectando así a las relaciones personales y la autoestima. «El estrés, el cansancio, las preocupaciones, el ánimo e incluso las relaciones personales pueden afectar a nuestro deseo», asegura la psicóloga y sexóloga Silvia Sanz.
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