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Hormonas y grasa abdominal: lo que necesitas saber para cuidar tu salud

Francisco Javier Escalada San Martín

Director del departamento de Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universidad de Navarra.

A medida que se acerca el verano, las redes sociales se llenan de dietas milagro que prometen un abdomen plano en tiempo récord. Pero, esos resultados no dependen únicamente de tu fuerza de voluntad.

11 de abril de 2025 / 09:41

¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas personas acumulan más grasa que otras, cómo se distribuye en el cuerpo y qué impacto tiene en tu salud? La respuesta está, en gran medida, en las hormonas.

¿Dónde se acumula la grasa y por qué?

Las hormonas son mensajeros químicos que viajan por todo el cuerpo y regulan funciones esenciales como el metabolismo, el crecimiento, el estado de ánimo y la respuesta al estrés. Además, determinan cuánta grasa almacenamos y dónde, un factor clave para la salud metabólica y cardiovascular. Las hormonas que más influyen en este proceso son las siguientes:

  • Estrógeno (predominante en mujeres): promueven la acumulación de grasa en caderas y muslos. Disminuyen tras la menopausia, lo que suele llevar a una redistribución hacia el abdomen.
  • Testosterona (predominante en hombres): favorece la acumulación de masa muscular y limita el depósito graso subcutáneo. Su déficit en hombres se asocia con aumento de grasa visceral (abdominal).
  • Insulina: regula el almacenamiento de glucosa y grasa. Su acción se ve alterada en casos de resistencia a la insulina, lo que favorece el acúmulo de grasa abdominal.
  • Cortisol: conocido como la hormona del estrés. En situaciones de estrés crónico, promueve el almacenamiento de grasa, especialmente en la zona central del cuerpo.
  • Leptina y grelina: son clave en la regulación del apetito y el equilibrio energético. La leptina envía señales de saciedad al cerebro, mientras que la grelina estimula el hambre. 

Como puedes ver, las diferencias hormonales entre los sexos explican en gran medida por qué hombres y mujeres tienden a acumular grasa en diferentes zonas del cuerpo.

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Las mujeres tienden a acumular más grasa subcutánea (bajo la piel), mientras que los hombres acumulan más grasa visceral (alrededor de los órganos). Esta distribución, a su vez, influye en la producción de leptina (hormona que inhibe el apetito), ya que la grasa subcutánea produce más leptina que la visceral. Además, los estrógenos (hormona sexual femenina) estimulan la producción de esta hormona, mientras que la testosterona (hormona sexual masculina) la inhibe. Como resultado de todo esto, los niveles de leptina en mujeres siempre duplican los de los hombres.

Sin embargo, estas diferencias varían a lo largo de la vida, especialmente durante la pubertad y la menopausia. Además, con el envejecimiento, la disminución de algunas hormonas favorece el aumento del almacenamiento de grasa visceral.

Grasa visceral: la más perjudicial

La grasa visceral rodea los órganos internos y es más perjudicial para la salud que la grasa subcutánea (la que está bajo la piel). Aunque la grasa abdominal puede ser de cualquier tipo, un abdomen muy pronunciado es un indicador confiable de un exceso de grasa visceral. Esto se traduce en un mayor riesgo de sufrir enfermedades metabólicas (diabetes tipo 2, obesidad, dislipemia, enfermedad hepática metabólica) y cardiovasculares (infarto, accidente cerebrovascular o arteriosclerosis).

Factores de riesgo

Muchas enfermedades cardiovasculares y endocrinas (como la hipertensión, la diabetes tipo 2 o la dislipemia) pueden progresar durante años sin causar síntomas evidentes. Por eso, la detección temprana y la vigilancia de ciertos indicadores son fundamentales:

  • Antecedentes familiares de enfermedades cardiovasculares, diabetes o trastornos hormonales.
  • Sobrepeso u obesidad (especialmente grasa abdominal).
  • Estilo de vida sedentario.
  • Dieta alta en azúcares, grasas procesadas y sal.
  • Estrés crónico y/o falta de sueño.
  • Tabaquismo y consumo excesivo de alcohol.
  • Edad (mayor riesgo a partir de los 40–50 años).

Señales de alerta temprana

Aunque pueden pasar desapercibidos, estos síntomas pueden indicar un desequilibrio endocrino o un riesgo cardiovascular:

  • Fatiga persistente, incluso después de dormir bien.
  • Aumento de peso inexplicado, especialmente en la zona abdominal.
  • Cambios en el apetito o en los niveles de saciedad.
  • Sed excesiva, aumento de la cantidad de orina.
  • Palpitaciones, presión en el pecho o falta de aire con el esfuerzo.
  • Mareos, visión borrosa o dolor de cabeza frecuente.
  • Síntomas emocionales: irritabilidad, ansiedad, depresión leve.
  • Menstruaciones irregulares o pérdida de libido (en ambos sexos).

Hábitos que ayudan al equilibrio hormonal

La alimentación, el sueño y el ejercicio tienen un impacto directo y profundo en la regulación hormonal, lo que juega un papel clave en la acumulación o reducción de grasa abdominal, y por lo tanto en tu salud en general. Estas son algunas pautas que te ayudarán a optimizar tu equilibrio hormonal:

Sueño reparador

  • Duerme entre 7 y 8 horas cada noche. La falta de sueño (menos de 6 horas) se asocia con un aumento de cortisol, resistencia a la insulina y desequilibrios en las hormonas leptina y grelina. Dormir más de 9 horas también puede afectar la sensibilidad a la insulina.
  • Intenta mantener horarios consistentes (acostándote y levantándote a la misma hora) para favorecer la producción natural de melatonina.
  • Evita las pantallas al menos 1 hora antes de dormir, ya que la luz azul interfiere con el sueño.
  • Opta por una cena ligera que incluya proteínas y grasas saludables.

Alimentación hormonalmente saludable

  • Para evitar los «picos» de insulina, es recomendable reducir el consumo de azúcares simples y harinas refinadas.
  • Incluye grasas saludables (como omega-3, aceite de oliva virgen extra, aguacate y frutos secos), esenciales para la producción de hormonas esteroideas como estrógenos y testosterona.
  • La fibra soluble (presente en avena, legumbres y frutas) favorece el metabolismo.
  • Incorpora proteínas de calidad en cada comida (pescado, huevos, legumbres, tofu), ya que ayudan a estabilizar los niveles de insulina y glucagón.

¿Y los suplementos? Sólo en caso de déficit documentado

  • El magnesio y el zinc son cruciales para la producción de testosterona y otras hormonas. Fuentes ricas en estos minerales incluyen espinacas, almendras, semillas y chocolate negro (>70%).
  • La vitamina D3 regula tanto el sistema inmune como el hormonal. Si tus niveles son bajos, especialmente en ciertos grupos de riesgo, se recomienda suplementar.
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Ejercicio: ¿Cardio o fuerza? La respuesta es ambos

  • El entrenamiento de fuerza (2-3 veces por semana, con sesiones de 15-20 minutos) incrementa los niveles de testosterona, mejora la sensibilidad a la insulina y ayuda a reducir la grasa visceral.
  • El cardio moderado (3-5 veces por semana, 30-45 minutos) regula los niveles de cortisol, mejora la salud cardiovascular y favorece el equilibrio energético.
  • Lo ideal es combinar ambas modalidades en un plan semanal (por ejemplo, fuerza los lunes, miércoles y viernes + cardio los martes, jueves o domingo).

Gestión del estrés

  • Prácticas como la meditación, la respiración consciente, el yoga e incluso caminatas al aire libre ayudan a reducir los niveles elevados de cortisol, favoreciendo una mejor distribución de la grasa y un perfil hormonal equilibrado.
  • Incluye 5-10 minutos de meditación y respiración profunda en tu rutina.
  • Exposición a la naturaleza: las caminatas al aire libre son una excelente forma de disminuir el estrés y mejorar el estado de ánimo.
  • Tiempo sin pantallas: reducir el uso de redes sociales disminuye el cortisol, promoviendo una mayor tranquilidad y salud mental.

En resumen, cuidar de nuestra salud hormonal es fundamental para mantener un equilibrio físico y emocional óptimo. La combinación de una alimentación saludable, un descanso reparador, ejercicio adecuado y prácticas que reduzcan el estrés puede marcar una gran diferencia en la regulación de nuestras hormonas y en la prevención de enfermedades metabólicas y cardiovasculares. Al incorporar estos hábitos en tu rutina diaria, no solo mejorarás tu bienestar general, sino que también estarás invirtiendo en una vida más saludable y plena a largo plazo.

Francisco Javier Escalada San Martín Especialista en Endocrinología y Nutrición, el doctor Francisco Javier Escalada, es el director del departamento de Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universidad de Navarra y profesor titular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra.

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