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Procrastinar es dejarlo todo para más tarde. FOTO: Pexels.

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Beatriz Galván, psicóloga: «Procrastinar puede ser un mecanismo de supervivencia cuando estás sobrecargado de tareas»

La procrastinación es aplazar tus obligaciones pese a saber que debes realizarlas y que el no hacerlas puede conllevar consecuencias negativas.

Por Sara Flamenco

28 DE ABRIL DE 2025 / 17:00

Tienes toda la tarde por delante y sólo una tarea por hacer, pero empiezas a ver tus redes sociales, pasas a ver un capítulo de tu serie favorita… y para cuando te quieres dar cuenta, ya vas tarde con tu única obligación del día. Al final terminas dejándolo para otro día o haciéndolo rápido y mal. ¿Te ha pasado? Si la respuesta es sí, has caído de lleno en el bucle de la procrastinación.

«La procrastinación o postergación consiste en aplazar asuntos o tareas, pese a que debemos realizarlas, y que el no hacerlas o tardar en abordarlas puede conllevar consecuencias negativas«, explica la psicóloga Beatriz Galván. Sabes que tienes que hacerlo, pero el mero hecho de afrontar esa tarea te genera malestar, por lo que prefieres hacer como si no existiera antes que enfrentarte a ello. Y lo peor es que sabes que no hacerlo conlleva consecuencias negativas, pero aún así sigues postergando tus obligaciones. «Puedes llegar a experimentar sentimientos de culpa, sensación de falta de capacidad, ansiedad y estrés. En el ámbito laboral, puede generar disminución del rendimiento, y en el ámbito escolar, afectación de los resultados académicos», advierte Galván.

Son muchos los factores que pueden influir en una mayor tendencia a la procrastinación. Para empezar, no tiene por qué ser una cuestión de actitud, sino de autorregulación a nivel cerebral. «Diversos estudios nos hablan de la importancia de la amígdala en este proceso. La amígdala es una estructura encargada de procesar las emociones y de la motivación y puede hacer que ciertas personas experimenten más ansiedad al afrontar las tareas, lo que se traduce en una respuesta de vacilación, dudas y retraso para realizar la tarea«, explica Beatriz Galván.

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Atendiendo a las características de personalidad, ciertos rasgos también pueden acercarte más a esta tendencia tóxica. Para empezar, las personas perfeccionistas tienden más a procrastinar, ante el miedo a fallar o no conseguir realizar la tarea de la mejor manera posible. Del mismo modo, las personas con autoestima baja, ante la sensación de falta de capacidad o el miedo a una valoración negativa, también son más tendentes a la procrastinación.

Y además de factores físicas y psicológicos, existen otros factores exógenos que también repercuten en la tendencia a procrastinar. «Puede aparecer ante una excesiva carga de tareas como respuesta al estrés. Si nos encontramos sobrepasados de tareas y con mucha carga mental, el procrastinar puede ser un mecanismo de defensa ante tal saturación. Si vivimos en estado de estrés, podemos responder dejando para otro momento nuevas tareas», asegura la experta.

En esta sociedad se ensalza mucho la idea de la productividad, pero no siempre podemos ser productivos y eso está bien. Todo el mundo tiene derecho a permitirse espacios y momentos para cuidarse, lejos de ese estándar de productividad. Pero una cosa es que seas un workaholic y otra muy distinta que te tires el día sin hacer nada dejándolo todo para después. Por ello, Beatriz Galván nos da unas pautas muy fáciles de aplicar en el día a día para evitar la procrastinación:

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  1. Planifícate: elabora una lista de tareas y organiza tu horario mensual y semanal para llegar a todo. «Anota las fechas en las que debes tener realizadas las tareas, y establece los tiempos que debes dedicar a cada una. Trata de planificarte de forma realista y priorizando tareas más importantes», aconseja. Tener un deadline te ayuda a establecer tiempos para trabajar y tiempos para descansar.
  2. Establece un espacio en el que reine el orden: puede parecer una tontería, pero el desorden dispersa y te hace más propenso a interrumpirte una y otra vez en tu trabajo. Si eres propenso a procrastinar, esas pequeñas interrupciones te harán eternizarte en la tarea y desesperarte porque no la acabas nunca.
  3. Tómate momentos de descanso: «Respeta los espacios que hayas establecido para descansar, de modo que puedas seguir también con los horarios que hayas marcado para tus tareas», aconseja Galván. Como hemos comentado, una cosa es pasarte la vida descansando y otra muy distinta no poder tomarte un tiempo entre tarea y tarea para despejar la mente.
  4. Practica la atención plena: hay veces que se vive más en el pasado y en el futuro que en el propio presente. «La práctica de mindfulness en el día a día, nos ayuda a estar presentes y en atención plena, reduciendo la activación de la amígdala. Esto nos permitirá trabajar con nuestra corteza prefrontal, pudiendo pensar mejor, tomar decisiones y afrontar la tarea», concluye la experta.