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Las personas que practican el “catfishing” limitan su contacto al mundo virtual y rehúsan todo encuentro presencial. FOTO: Pexels.

Mente

Catfishing: cómo detectar un perfil falso en una red de citas

La persona que has conocido es tan absolutamente perfecta que debe hacerte dudar de su existencia. Más aún cuando parece salida de la nada y evita todo encuentro presencial.

Por Marcos López

17 DE FEBRERO DE 2025 / 14:00

Has conocido a la que, seguro, será tu próxima media naranja. A través de una app de citas. Y tras un largo tiempo de flirteo virtual, ha llegado el momento de avanzar en vuestra relación. De tener un encuentro en el mundo real. Presencial. Lo que además de no suceder ha hecho que se descubra el pastel. No porque la persona que te había embaucado no sea tan perfecta como prometía. Es que ni siquiera existe.

Pero por (muy) frustrante que resulte, no te fustigues. Has sido víctima de uno de los fenómenos más extendidos en internet: el catfishing. Que cada vez es más común. Te contamos cómo detectar un perfil falso en la red para que no te vuelva a pasar.

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Elena Jiménez, psicóloga clínica, explica que «el catfishing consiste en simular que se es otra persona en internet con el objetivo de lograr una relación romántica. Que dado que la persona captada desconoce la personalidad real de su embaucador, cómo es en realidad, puede prolongarse durante mucho tiempo, incluso años».

Quieren tu atención (y tu cariño)

El término deriva del documental Catfish de 2010. En el que su director investiga por qué la persona, absolutamente idílica, con la que mantiene una relación virtual se muestra tan enigmática y esquiva para concertar un encuentro. Y la razón para este comportamiento es muy sencilla: como finalmente se revela en el propio filme, no era ni de lejos quien simulaba ser. Era un perfil falso diseñado para llamar la atención.

Pero, ¿por qué catfish? Que no es sino el nombre con el que los anglosajones llaman al siluro. Pues por la relación, aun totalmente artificial, que guarda este depredador con una de sus víctimas. Con el bacalao. Un pez altamente demandado en China. Pero en los inicios del siglo XX había un problema. La congelación hacía que su calidad fuera deficiente. Y transportados vivos flotaban pasivamente hasta atrofiarse. Así que la solución era meter un siluro en los tanques de transporte para que los bacalaos, muertos de miedo, no dejaran de nadar para escapar. Para que se mantuvieran frescos.

Sus intenciones pueden ser delictivas

Por tanto, en el catfishing se crea un perfil falso con el que captar la atención de una víctima. Para mantenerla fresca. Atenta y en guardia. Lo que resulta totalmente necesario cuando el propietario de la identidad falsa es un auténtico depredador. Como sería sacar dinero al embaucado. Aunque en las app y webs de citas la razón para estos perfiles inventados sea más disculpable: la inseguridad y la falta de autoestima.

Medias verdades y mentiras absolutas

Todo el mundo lo hace. Retocar la imagen del perfil en las redes sociales, cuando no subir una foto de muchos años, o décadas, atrás. Añadir experiencias, caso de hobbies extremos, para resultar más interesantes a los demás. Pero las personas que practican el catfishing se llevan la palma. Su imagen, por lo general una fotografía de un modelo de gran belleza, y su personalidad en las redes sociales son tan atrayentes como ficticias. Todo es mentira.

Elena Jiménez apunta que «uno de los atractivos de internet es que nos ofrece la oportunidad de ser quienes queramos. Y amparados en el anonimato, nos dejamos llevar por el denominado efecto de desinhibición en línea. Nos sentimos seguros para hacer cosas a las que jamás nos atreveríamos en el mundo real. Como sería inventar una personalidad con la que suplantar quiénes somos en realidad para gustar a los demás».

Nunca traen nada bueno

Poco importa que quien practica el catfishing lo haga porque no le guste su vida y quiera vivir otra paralela. O que se sienta solo. O que simplemente se aburra. Aunque el objetivo no sea causar un daño, estas falsas identidades suelen tener consecuencias (muy) negativas. Para el perpetrador, que por lo general siente una inmensa vergüenza cuando es finalmente descubierto. Pero sobre todo para la víctima, que como ha mostrado la Universidad de Georgia puede experimentar una gran ansiedad y perder toda confianza en el prójimo de cara a futuras relaciones.

Cómo desenmascararlos

Así que para no perder el tiempo en una mentira condenada al fracaso, hay que evitar dejarse llevar por los cantos de sirena que ofrecen los perfiles idílicos. Desenmascararlos. Cuanto antes mejor. Y lo primero que hay que hacer, indica Elena Jiménez, «es analizar la situación. La persona con la que hemos contactado es demasiado perfecta. Demasiado buena para ser verdad. Lo que debe hacernos dudar de su existencia».

También hay una serie de señales de alerta que deben hacerte reflexionar sobre si el perfil que tanto te llama la atención es falso:

  • Únicamente existe en la app o web de citas. No tiene cuentas habilitadas en otras redes sociales y no hay ninguna información suya en internet. Como si acabar de salir de la nada. Además, la información en su perfil (falso) es vaga y en ocasiones contradictoria.
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  • Fotos demasiado profesionales. Todas sus fotos son propias de un catálogo de modelos. No hay ninguna informal haciendo cosas mundanas. Como si viviera confinado en un estudio y jamás hubiera pisado el mundo real. Lo que se contradice con la vida tan excitante y ajetreada que expone con tanta pompa.
  • Rehúsa todo encuentro presencial. Aunque por fin hayáis quedado para veros en persona, siempre le surgirá un inconveniente de última hora para posponer la cita. Una y otra vez. Lo que igualmente sucede cuando concertáis una videollamada.

Peor es aún el caso de los catfisher que buscan un beneficio. Por lo general, monetario. Que siempre solicitan información muy personal de su víctima para, una vez ganada su simpatía, tratar de sonsacarle dinero. Y aquí la relación va a toda velocidad. Como concluye la experta, “es importante confiar en el instinto. Cuando algo que nos chirría, que parece que no encaja, es mejor dejarlo correr”.

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