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Todo parecía tan fácil y divertido entonces... FOTO: Fotograma de Friends

MENTE

Compartir piso pasados los 40: qué tienes que saber antes de irte a vivir con tus amigos

Tener compañeros de piso a cierta edad puede parecer una gran idea, pero la convivencia trae retos inesperados. ¿Es tan fácil como en las series?

Por María Corisco

24 DE FEBRERO DE 2025 / 13:30

Las andanzas de Rachel, Mónica, Chandler, Joey y Ross marcaron a toda una generación, y las situaciones disparatadas que vivían en Friends hicieron que se idealizara la convivencia entre amigos. Una década antes, otra serie, Las chicas de oro, ya había descrito cómo era vivir con amigas, aunque en esta ocasión se trataba de mujeres ya entradas en la sesentena. En ambas series se pretendía que todo fuera enormemente divertido, como atestiguaban las risas enlatadas, y con ello se transmitía una idea que poco tenía que ver con la realidad del día a día.

Friends se desarrollaba en Manhattan; Las chicas de oro, en Florida. Eran los 80 y los 90, y en aquellos años la idea de que un grupo de adultos se decidiera a compartir piso parecía algo descabellado en España. Aquí, era una opción reservada para estudiantes y, como mucho, para jóvenes en su primera fase de independencia. Pero ahora las cosas han cambiado: el precio de los alquileres, la escasez de vivienda, los divorcios a una edad avanzada y los nuevos retos sociodemográficos han llevado a que cada vez más amigos se animen a compartir piso a los 40, 50 o incluso 60 años. Y surge la pregunta: ¿sigue siendo fácil convivir a esta edad?

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«Hay puntos a favor y en contra de una decisión así. Y en todos ellos juega un papel clave la madurez«, señala la coach Cris Cano, que explica que la madurez «ayuda a que las personas sepan lo que quieren y lo que no quieren en aspectos de convivencia, y eso es positivo. Pero también nos vuelve más exigentes y, además, a partir de una edad uno ya no quiere situaciones provisionales o imprevistos: busca una estabilidad y compromiso con los compañeros de piso, algo que es secundario cuando se tienen 25 años. Por otra parte, hay que tener en cuenta las razones que hay detrás de tomar una decisión de este tipo: ¿es porque no te queda más remedio? ¿estás idealizando la amistad o los recuerdos de juventud?».

La vida de adineradas jubiladas en Florida poco tiene que ver con nuestra cultura. FOTO: Fotograma de Las chicas de oro.

Lo que debes tener en cuenta

  • Diferentes rutinas y estilos de vida. A medida que te has ido haciendo mayor, has ido adquiriendo hábitos y rutinas a los que te cuesta trabajo renunciar. Vivir con amigos que tienen diferentes horarios de trabajo, patrones de sueño o ritmo de vida puede generar tensiones, sobre todo a la hora de compartir los espacios comunes.
  • Cuestiones económicas. Ya no están detrás los padres para hacer frente a los gastos, y es posible que surjan discrepancias si hay mucha diferencia en la situación económica de cada uno de los compañeros de piso. Más vale tener una conversación clara acerca de cómo se van a dividir las facturas, qué hacer si surge un gasto imprevisto y, sobre todo, cómo se va a gestionar la cuestión de la compra. «Hay quien puede vivir con precocinados y alimentos básicos, y quien a estas alturas ya busca otro tipo de alimentación, que normalmente es más cara. A los 40 uno ya lleva muchos años haciendo su compra, y compatibilizar las decisiones de consumo -pescados, verduras, cortes de carne…- puede tensar la convivencia». Del amigo vegano al gourmet, del tiquismiquis al que arrasa con todo lo que hay en la nevera, necesitas saber con quién vas a compartir nevera.
  • Espacio personal y privacidad. A cierta edad, es probable que valores más tu espacio personal y que busques privacidad. Es importante establecer límites claros desde el principio para evitar que uno se sienta invadido: ya no es el momento de que asalten tu armario para cogerte ropa o usen tu ordenador cuando tú no estás.
  • Compromisos previos. Empezar a compartir piso en esta etapa de la vida hace que normalmente lleves tu mochila de responsabilidades a la espalda. Trabajo, hijos, incluso el cuidado de padres mayores. «Los compañeros de piso tendrán que hablar sobre cómo estos compromisos podrían influir en la convivencia y asegurarse de que todos están de acuerdo en cómo se gestionan».
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  • El día a día. Vivir con amigos te puede parecer una buena idea al principio, pero a largo plazo las pequeñas molestias pueden amplificarse. La limpieza y organización del espacio común, las responsabilidades en el mantenimiento de la casa, cómo se recibe a los invitados…son cuestiones que también hay que regular cuando se tienen 20 años, pero que cuando se es adulto adquieren mucha más relevancia.
  • Independencia emocional. Es fácil que a estas alturas seáis más independientes emocionalmente y estéis menos dispuestos a comprometer los propios intereses o deseos para acomodar a otros. La convivencia implica ceder y negociar en las situaciones cotidianas, y esto puede generar roces.
  • Cambios en las relaciones. Hay algo que debes tener claro: vivir con amigos puede poner a prueba la amistad. La convivencia a veces trae a la luz aspectos de la personalidad o hábitos que no son evidentes cuando no se comparte un espacio de forma tan íntima.

Por tanto, antes de mudarte con amigos «es importante que habléis de forma clara sobre todos estos aspectos y os aseguréis de que hay unos mínimos de convivencia en los que todos estáis de acuerdo. Siempre, además, teniendo en cuenta la importancia de la flexibilidad y del respeto mutuo», concluye la coach.

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