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Hay situaciones que escapan a tu control, descubre cómo gestionarlas sin perder la calma. FOTO: Pexels.

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Consejos de experto para mantener la calma en situaciones que no podemos controlar, como en el caso del apagón

Ante una crisis como la vivida con el apagón, la preparación más importante no es sólo tener pilas o velas, sino entrenar la mente para mantener la calma y no tener pensamientos catastrofistas.

Por María Corisco

29 DE ABRIL DE 2025 / 18:03

¿Qué sentiste ayer cuando viste que no tenías luz, que la batería de tu portátil y de tu móvil se iba agotando y que, además, te quedabas sin conexión a internet y sin teléfono? Más aún: ¿cómo viviste el ir viendo que la situación se alargaba durante horas y que no tenías manera de conectar con tu gente, ni de saber qué es lo que estaba ocurriendo o cuánto tiempo más iba a durar el apagón? Saber mantener la calma es esencial.

Una situación como esta puede desencadenar ansiedad, frustración o incluso pánico al hacer que te enfrentes a lo imprevisto. Nadie está preparado para esa desconexión fulminante. Y un contexto tan claro de incertidumbre y de temor puede hacer difícil la gestión de las emociones. Para ello, ten en cuenta las siguientes recomendaciones, que te servirán no sólo para un posible nuevo apagón, sino también para muchas otras situaciones que no puedes controlar.

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«Es normal que lo primero en lo que pienses sea en tu situación personal, en cómo te afecta, en que te viene fatal… Pero lo segundo, eso que eliges hacer o pensar a continuación, puede marcar la diferencia», explica Sonia Díaz Rois, mentora, coach en gestión de la ira y autora de Y si me enfado, ¿qué? (ED. VR Europa). «Aunque no puedes controlar lo que pasa fuera, sí puedes cuidar cómo te colocas tú dentro de esa situación. No se trata de fingir calma o convertirte en una persona que sonríe mientras todo arde. Se trata de bajar un poco el volumen del caos interno y elegir respuestas más conscientes y alineadas contigo».

1. Acepta lo que no depende de ti

Esto no va de resignarse, apunta la experta, sino de dejar de gastar energía en pelearte con lo que ya está ocurriendo.

  • Pregúntate qué es lo que sí puedes hacer. En lugar de centrarte en el caos y dejarte llevar por la frustración, se trata de pasar a la acción y pensar en qué puedes ir haciendo. «A veces la respuesta es clara como buscar una alternativa, pedir ayuda, improvisar un plan B. Otras, lo único que puedes hacer es esperar. Pero incluso entonces puedes elegir cómo lo haces: si desde la ansiedad o desde una presencia más serena». Un consejo extra, además de ser práctico y reunir pilas, linternas o powerbanks, es «buscar algo que te siente bien a ti, que te dé calma«. Tal vez elegir velas aromáticas o descorchar ese vino que guardas para ocasiones especiales.
  • Recordarte cuántas veces has superado con éxito otras situaciones que parecían fuera de control puede ayudarte a relativizar. «Esa es una forma de sostenerte desde tu propia experiencia».

2. Dale un espacio a lo que estás sintiendo

El problema no es la emoción en sí, señala Díaz Rois, «lo que nos desborda no es lo que sentimos, sino no saber qué hacer con ello». Enfadarte, frustrarte, sentirte impotente o nervioso… es normal. Ponle nombre a lo que te pasa. «Nombrarlo reduce el ruido mental y te da perspectiva».

  • Si puedes, respira con intención. No porque sea una técnica milagrosa, sino porque respirar es una forma muy básica de recordarte que puedes volver a ti. «Cuatro segundos de aire entrando, ocho saliendo. Es simple, pero funciona».
  • Ancla tu atención en el presente. Puede ayudarte pensar que ahora mismo estás a salvo, que tienes agua y estás en un lugar seguro.

3. Controla lo que te estás contando

El cerebro interpreta la falta de control como una amenaza y es fácil que te asalten pensamientos en los que el escenario se vuelve cada vez más catastrófico. Algo tipo ¿y si no vuelve la luz en días? Como señala Díaz Rois, «cuando estamos activados emocionalmente, la mente se pone dramática».

  • Pon un filtro al diálogo interno. Detén ese runrún que te estresa y crea ansiedad llenarte de pensamientos cenizos y «plantéate si es cierto todo eso que piensas o solo una interpretación que estás haciendo en este momento».
  • Frente a la incertidumbre, optimismo realista. Es el momento de imaginar un escenario favorable en el que la situación se resuelve en cuestión de poco tiempo y no tiene graves consecuencias para ti. «Al mismo tiempo, también es importante se realista y estar preparado para que la crisis dure un tiempo más».
  • Usa tu memoria. «Recuerda que, en la gran mayoría de los casos, las catástrofes que nos montamos no llegan a suceder nunca».

4. Cambia el foco para ampliar la mirada

Al ver cómo te está afectando la situación –no puedo cocinar, no soy capaz de conectar con mi familia, se me va a acumular el trabajo…–. «Amplía tu foco y mira más allá a otras personas que están viviendo este momento en condiciones mucho peores».

  • El momento de aprender. «Pregúntate qué te está mostrando esta situación sobre ti, qué estás necesitando y cómo quieres responder si esto vuelve a pasar. De todo se puede aprender, pero hace falta curiosidad para observarse».
  • Aleja un poco el zoom. ¿Esto seguirá siendo igual de importante en una semana, en un mes, en un año? «La perspectiva temporal suele ayudar a rebajar la intensidad».
  • Qué hacen los demás. También puedes observar cómo lo están gestionando los otros. «No desde la comparación, sino desde la posibilidad de descubrir otras formas de responder que quizá aún no te habías planteado», apunta la experta.
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Consejos para cualquier crisis

Estos consejos no son sólo para apagones. Son herramientas universales que entrenan la resiliencia en cualquier situación de crisis donde sientes que no tienes el control. El patrón de estrés es similar en otras emergencias, como cortes de suministros, problemas tecnológicos masivos, emergencias climáticas o crisis personales. Es así porque todas comparten tres elementos que disparan la ansiedad:

  • Imprevisibilidad: no saber cuándo terminará.
  • Pérdida de autonomía: depender de sistemas externos.
  • Efecto dominó: el miedo a que un problema pequeño se convierta en grande

Al final, tanto los apagones como otras crisis inesperadas son un recordatorio de algo esencial: no puedes controlar lo que ocurre a nuestro alrededor, pero sí cómo respondes a ello. Mantener la calma no es un acto de resignación, sino de inteligencia práctica. Las técnicas que funcionan durante un corte de luz -respirar, priorizar lo inmediato, conectar con otros- son las mismas que nos ayudan a sobrellevar cualquier situación que nos desborda.

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