NO TE PIERDAS Efecto de la uva amarga: por qué menospreciar las cosas que no consigues te impide ser feliz

Las uvas que tanto anhelabas y no pudiste comer nunca han estado agrias, sino maduras. FOTO: Getty Images

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Efecto de la uva amarga: por qué no reconocer tus fracasos te impide ser feliz

Ya sea para enterrar tu decepción o para salvar las apariencias ante los demás, quitarle todo valor a lo que tanto deseabas pero no pudiste conseguir no hará que te sientas mejor, sino resentido.

Por Marcos López

13 DE MARZO DE 2025 / 13:30

No eres infalible. Nadie lo es. Por lo que tu vida, como la de todos, no es sólo una sucesión de triunfos que merecen ser celebrados. También hay pequeñas (y grandes) derrotas que te enseñan valiosas lecciones. Con las que avanzar en tu crecimiento personal. Lo que no sucede cuando le quitar valor al objetivo que querías alcanzar. Clamando que, en realidad, nunca te interesó lo más mínimo. Un autoengaño cuyo único fin es no reconocer tu fracaso, siendo víctima de lo que los psicólogos denominan el efecto de la uva a marga.

Lara C. Rubio, psicóloga y coach de alto rendimiento, explica que «este término se utilizar para describir una situación en la que la persona menosprecia algo que no puede obtener. En la que se critica aquello que uno desea y que no puede conseguir. Lo que nos ha pasado a todos alguna vez. Somos humanos».

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El origen del término se encuentra en la fábula La zorra y las uvas de Esopo. Un cuento con moraleja en el que su protagonista, presa del hambre, ansía deleitarse con unas uvas que penden de un viñedo cuya altura resulta inalcanzable. Por lo que sus (muchos) saltos para saciarse resultan infructuosos Pero no hay ningún problema. Es cierto que la zorra no ha calmado su apetito, pero ha sido por elección propia. Pues según aduce, las uvas no estaban maduras. Estaban agrias. El que no se consuela es porque no quiere.

Tu entrevista para el nuevo trabajo ha quedado en nada. Tampoco has tenido suerte con la lotería. Pero aunque la vida no te ofrezca su mejor cara, no le concedes la más mínima importancia. Total, qué más da. Estás bien, incluso mejor, tal como estás. Como intentas justificar tanto a ti mismo como a los demás, nunca te gustó el puesto al que aspirabas ni quieres ser millonario. Aunque seas muy consciente de que no es así. Como demostrará que, más pronto que tarde, volverás a buscar un trabajo mejor que el que tienes. Y que de camino a presentar tu solicitud volverás a comprar lotería.

También hay que tener en cuenta que hay objetivos que, por deseables en extremo que resulten, se encuentran fuera del alcance. Por lo que no conseguirlos no genera ninguna frustración. Ni siquiera se hace el esfuerzo. Pero otra cosa es que se pongan a tiro. El filósofo noruego Jon Elster acuñó en la década de los 80 el término preferencias adaptativas, según el cual los deseos de una persona cambian en función de sus experiencias, llegando a desear únicamente aquello que cree que puede conseguir. Aunque siga estando demasiado lejos. Y fallado su logro, el objetivo, que pasó de inalcanzable a asequible, volverá a ser tildado de agrio.

Pero no te fustigues por tratar de enterrar tu decepción o salvar las apariencias. Desdeñar o burlarse de lo no logrado es un mecanismo de defensa al que recurre todo el mundo. Continuamente. Como refiere Lara C. Rubio, «actuamos así para protegernos a nosotros mismos y justificar la falta de éxito«. Un intento de autoengaño que, además de condenado al más absoluto fracaso, no te causa ningún bien. Por el contrario, sólo esconde un resentimiento que hace que te sientas (muy) infeliz.

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Así que ha llegado el momento de afrontar tu (puntual) falta de éxito. Que en realidad no es para tanto, por lo que ni siquiera se la puede considerar un fracaso. Da igual. Como indica la experta, «si en la entrevista de trabajo escogen a otra persona, tienes dos opciones. Puedes criticar a la empresa, o a la propia persona elegida. Pero también puedes reconocer que el puesto ha sido para alguien que en ese momento estaba mejor capacitado que tú. Valorar el haber participado en el proceso de selección y haber aprendido de la experiencia«.

El pasado, pasado está. De nada sirve torturarse con las vivencias negativas que quedaron atrás. Hay que mirar hacia delante. Madurar. Gestionar adecuadamente la frustración para crecer como persona. No estancarse nunca en la amargura. Lo importante «es mantener siempre una actitud positiva y seguir motivándonos para buscar en lugar de quedarnos resentidos», concluye Lara C. Rubio, no sin antes recordar que «el resentimiento crea malas vibraciones y hace que no avances. Las uvas amargas sólo son otras oportunidades».