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Un único gesto o expresión facial pueden tener diferentes significados en función de la persona y del contexto. FOTO: Pexels.

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Estos son los errores que cometes cuando tratas de leer el lenguaje corporal de los demás

Ni las sonrisas son siempre una muestra de alegría ni los mentirosos evitan el contacto visual. Para interpretar el lenguaje no verbal hay que tener en cuenta el contexto y a la persona.

Por Marcos López

12 DE ABRIL DE 2025 / 08:00

Da igual que tu compañero de trabajo se haya pasado toda la mañana colmándote de halagos por tu triunfo. Sospechas, cuando no directamente sabes, que su felicitación no era sincera. Mientras su sonrisa, de tan forzada, era seguramente falsa, sus puños apretados sugerían agitación y una actitud (muy) agresiva. Hacia ti. Como si su lenguaje verbal y su lenguaje corporal estuvieran completamente desincronizados. De hecho, son muchas las situaciones en las que un gesto del cuerpo vale más que mil palabras. Pero cuidado: más allá de situaciones (tan) obvias, leer el lenguaje no verbal es mucho más difícil de lo que parece.

José Ignacio Fernández Torres, criminólogo experto en lenguaje no verbal y autor del libro Lenguaje Corporal en Serie, explica que «para interpretar correctamente el lenguaje no verbal siempre hay que tener en cuenta el contexto, el comportamiento habitual de la persona y los patrones que se desarrollan a lo largo de la interacción. Además, es fundamental buscar congruencias entre lo que dice y lo que muestra con su cuerpo, para evitar malinterpretaciones».

Por lo tanto, los gestos que adoptan las personas que tan bien conoces no son necesariamente extensibles al resto de la humanidad. Lo que, de buscar mensajes sutiles en el lenguaje corporal de los demás, puede dar lugar a engorrosos equívocos. Te contamos cuáles son los errores más comunes que se cometen a la hora de interpretarlo.

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No siempre dicen lo mismo

El primer, y más importante, error que se comete es asumir que el lenguaje no verbal es realmente un lenguaje. Lo que no es verdad, dado que los gestos y expresiones faciales no siempre significan lo mismo. Una vez más, dependen del contexto y de la persona. Por ejemplo, una sonrisa, aun genuina, no siempre indica alegría de quien la luce. También puede ser muestra de un hiriente sarcasmo. De hecho, la Universidad de Yale ha observado que las mujeres tienden a sonreír más que los varones, pero no por una cuestión de felicidad, sino como un mecanismo para ocultar su expresión cuando viven una situación incómoda.

Como refiere José Ignacio Fernández Torres, «es crucial leer el lenguaje no verbal en conjunto, ya que un solo gesto o expresión puede tener diferentes significados según el contexto. Por ejemplo, una persona puede cruzar los brazos no porque esté cerrada a la conversación, sino simplemente porque está cómoda o tiene frío».

No caigas en los estereotipos

Tampoco hay que dejarse llevar por los estereotipos. Como sería cazar a un mentiroso por la sencilla razón de que, preso de los remordimientos, la vergüenza o el miedo a ser descubierto, evita todo contacto visual. Lo que en realidad no ocurre. Por el contrario, la Universidad de Portsmouth ha demostrado una mayor tendencia a mirar a los ojos de los demás cuando se cuenta una mentira que cuando se dice la verdad. Y la razón es muy sencilla: sabedores de que la gente espera que no lo hagan, abusan de este contacto visual para ganarse su confianza.

En la misma línea, el contacto físico no siempre implica afecto. Que la persona a la que acabas de conocer te toque no significa que te esté mostrando su simpatía. Puede que simplemente busque llamar tu atención. O incluso que quiera marcar terreno y que con su «toque» quiera manifestar su dominio sobre ti. De nuevo, hay que fijarse en el contexto. Y también en la persona: hay quienes, amantes del contacto, lo buscan y practican continuamente y quienes lo evitan a toda costa.

Hay auténticos maestros de la ocultación

También hay que tener presente que, tal y como ocurre con los mentirosos que te penetran con su mirada, hay personas que son (más) capaces de controlar su lenguaje no verbal para ocultar sus emociones. Como si la «cara de póker» se extendiera a todo el cuerpo. Nadie acude a una reunión importante de trabajo frotándose las manos de forma elocuente y mirando a todos lados incesantemente. O lo que es lo mismo, todo el mundo trata, con mayor o menor éxito, de esconder su nerviosismo.

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No te están diciendo nada

Un último apunte: es posible que la postura o la expresión facial no escondan ningún significado. José Ignacio Fernández Torres pone como ejemplo el gesto de empujar la mejilla con la lengua, «que si bien puede expresar frustración o irritación contenida, pues es una forma sutil de liberar tensión, también puede ser una señal de burla o desdén, especialmente si se acompaña de una mirada desafiante o una sonrisa sarcástica. Pero en otros casos, puede simplemente ser un gesto sin significado emocional profundo, como una costumbre o una acción inconsciente».

No somos libros abiertos

En definitiva, los seres humanos no somos un libro abierto fácil de leer, por lo que interpretar el lenguaje no verbal de forma correcta requiere de una gran práctica. Como concluye el experto, «el contexto es clave. Así que es importante ser sensible a la situación y no sobre interpretar una sola señal, sino observar un conjunto de gestos y comportamientos para entender mejor lo que la otra persona está comunicando».

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