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Todo es posible al despertar y la mañana ofrece la sensación de un nuevo comienzo. FOTO: Pexels.

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Esta razón psicológica explica por qué eres más feliz por la mañana: «La ansiedad es siempre peor por la noche»

Además de como ocurre a lo largo de la semana y del año, el estado de ánimo fluctúa al cabo del día, alcanzando su pico máximo por la mañana y el mínimo por la noche.

Por Marcos López

22 DE ABRIL DE 2025 / 07:30

Has dormido bien y tu rostro luce una amplia sonrisa. Hoy vas a comerte el mundo. A triunfar en todo lo que te propongas. Aunque con el devenir de las horas, tu ánimo, tan radiante en tu despertar, se ha ido apagando progresivamente. Hasta el punto de que caída la noche, llegado el momento de meterte en la cama, te ves embargado por la desazón. Contrariamente a como ocurría de buena mañana, cuando todo lo que te rodeaba brillaba con luz propia. Y hay una razón para explicarlo.

Simplemente, todo parece mejor por las mañanas. Habiendo, como indica Alexandra Navarrete, especialista en Psicología Clínica, «varios factores que influyen en esta mejoría del estado de ánimo por la mañana. En primer lugar, psicológicos, pues durante la noche, llegado el momento de dormir, le damos la oportunidad al cerebro de procesar e integrar todo lo que ha sucedido durante el día, tanto acontecimientos como emociones intensas. Así, el hecho de procesarlos nos ayuda a que al despertar tengamos una sensación de alivio y bienestar».

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Pero aún hay más. Como continúa la experta, «desde una perspectiva meramente humanista, la mañana nos da la sensación de un nuevo comienzo. Todo es posible al despertar. Tenemos tiempo y mil ideas para realizar. En cambio, durante la noche debemos poner pausa a lo que estamos pensando».

Las mañanas son como un lienzo en blanco. Todo está por venir. Incluidas aquellas situaciones estresantes y acontecimientos poco, o nada, agradables, que pueden acabar minando el estado de ánimo y causar fatiga emocional. Tal es así que, explica Alexandra Navarrete, «en la mañana, al no haber sucedido estas situaciones, pareciera que estamos libres de emociones».

Pero con la venida del ocaso, todo acaba yéndose al traste. Durante el día hay estímulos que, caso del trabajo o las interacciones sociales, ayudan a mantener la mente ocupada. Sin embargo, «alcanzada la noche, el silencio y la falta de actividad pueden hacer que nos enfoquemos más en las preocupaciones y en los pensamientos negativos. La ansiedad es peor por las noches».

Se trata de un percepción universal. Como ha mostrado un estudio del Colegio Universitario de Londres, todo el mundo se levanta con el ánimo por las nubes y siente mayor tristeza e insatisfacción en el momento de acostarse. O lo que es lo mismo, la sensación de bienestar es dinámica y fluctúa con el paso de las horas. Una variación que también se ve condicionada por factores fisiológicos. Por el consabido reloj biológico interno –o ciclo circadiano.

La especialista en Psicología Clínica destaca que «en la noche, el cuerpo libera melatonina para ayudar a inducir el sueño. El resultado es que al anochecer se produce una disminución de la energía y, por ende, del ánimo». Una síntesis hormonal que se complementa con lo que sucede en las mañanas, en las que «el cuerpo libera una serie de neurotransmisores relacionados con el bienestar, caso de la serotonina, la dopamina y el cortisol, que nos ayudan a regular el sistema nervioso, a mantenernos en alerta y lograr el pico de energía que el cuerpo necesita para comenzar».

En la misma línea, existe un factor ambiental que igualmente debe ser considerado. Como recuerda Alexandra Navarrete, «en algunas culturas, la noche se ha vinculado con descanso, introspección, peligro y misterio. Y sin duda que esto puede llevarnos a un estado de ánimo menor. De hecho, los relatos de terror y leyendas urbanas suelen ocurrir de noche, reforzando la idea de que es un tiempo de incertidumbre y vulnerabilidad».

Pero estas fluctuaciones anímicas van más allá de los periodos de 24 horas y también tienen lugar a lo largo de la semana. Concretamente, según han observado los investigadores británicos, la satisfacción con la vida es mayor los lunes y los viernes –y peor los domingos–, mientras que la sensación de felicidad, de forma totalmente inesperada, es mayor los martes.

Todo ello sin olvidar, como igualmente recoge el estudio, las variaciones que se producen durante el año. Como puntualiza la experta, «el estado de ánimo suele mejorar en primavera y verano debido a la mayor exposición a la luz solar, que aumenta la serotonina y reduce la melatonina, generando más energía y bienestar. Además, las temperaturas agradables, la posibilidad de hacer más actividades al aire libre y la mayor interacción social refuerzan esta sensación positiva al brindar más espacios de autocuidado».

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Por el contrario, «el otoño y el invierno pueden generar un estado de ánimo más bajo debido a la reducción de luz solar, el aumento de melatonina, la menor actividad social y física y, en algunos casos, el trastorno afectivo estacional».

En definitiva, la vida es más luminosa por las mañanas. Una realidad que puede tener implicaciones prácticas, caso de la «optimización de los horarios laborales y educativos, pues potenciar el buen uso del horario de mañana puede conducir a resultados positivos en el cumplimiento de objetivos», concluye Alexandra Navarrete, que en el caso específico de la educación recomendaría «realizar los exámenes en la mañana para evitar altos niveles de estrés».