Estas son las razones por las que te irrita tanto esa persona que acabas de conocer y que le cae bien a todo el mundo

Es una persona realmente encantadora. O así, como tanto tiempo llevas escuchando, lo piensa todo el mundo. Que no deja de alabar su amabilidad, su ingenio y su saber estar. Razón por la que siempre se convierte en el centro de todas las atenciones. Pero no puedes estar más en desacuerdo. Ha sido conocerla y, simple y llanamente, no la puedes ni ver. Su forma de ser, que tanto encandila a los demás, te pone de los nervios. Lo que, de acuerdo con la psicología, puede obedecer a múltiples causas.

Elena Jiménez, psicóloga clínica, explica que «son varias las razones por las que, sin ninguna justificación aparente, encontramos a algunas personas irritantes. No en vano, por mucho que nos esforcemos, es imposible caerle bien a todo el mundo».

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Alguien parecido te defraudó en el pasado

No hay ningún motivo racional para que esa persona te despierte tanta animadversión. No te ha hecho nada, pero su sola presencia es suficiente para sacarte de quicio. Ya sea por su aspecto físico, por su manera de expresarse o por cualquier otra característica de su personalidad que no puedes identificar. Quizás porque, de forma totalmente inconsciente, te recuerda a alguien que en el pasado te llevó por el camino de la amargura. Aunque, evidentemente, no tenga nada que ver.

Como indica Elena Jiménez, «las personas pueden generar emociones tanto positivas como negativas en los demás, y basándonos en las experiencias acumuladas a lo largo de la vida tendemos a conectar con aquellas que se ajustan a nuestras necesidades y expectativas. Dicho de otro modo, que nos son afines. Lo que no sucede con las personas que nos hacen sentir inseguros o molestos, razón por la que siempre las tratamos de evitar».

Nadie puede ser tan adorable

Tu cerebro se ha puesto en modo alerta. Que una persona sea tan adorable resulta sospechoso. Nadie es tan perfecto. Debe guardar algún propósito oculto. Sus intenciones, por escondidas, no pueden ser buenas, sino (muy) malvadas, por lo que es lógico que desconfíes y te enfades ante tanta falta de sinceridad.

Es muy simple: tienes celos

También es posible que tu irritación sea consecuencia de su gran popularidad. Que lo que realmente te disguste es que acapare tanta atención y que tengas que conformarte con las migajas. Así que lo que realmente sientes no es enojo, sino frustración por no estar ocupando su lugar. Te carcomen los celos. Como refiere la experta, «son pocas las personas que estarían dispuestas a admitirlo, pero que haya alguien que caiga bien y conecte con todo el mundo puede resultar ciertamente irritante».

Sin embargo, no hay que descartar que estés en lo cierto y que todos los demás se hayan equivocado. Que, como si tuvieras un sexto sentido, hubieras detectado que esa persona no es trigo limpio. No sería la primera vez que tanta gente se rinde a los encantos de quien finalmente resulta ser un auténtico sinvergüenza. Pero no es lo habitual. Al contrario. Así que es el momento de mirar en tu interior y analizar las posibles razones que expliquen tu desapego hacia quien tanta admiración despierta en los demás. Empezando por la posibilidad de que sea un reflejo de tu personalidad oculta. De tu sombra.

Es un reflejo de ti

De acuerdo con el concepto acuñado por el psicólogo Carl Jung, la sombra sería «aquella parte de nuestra personalidad que nuestro yo consciente se niega a reconocer como propio», apunta Elena Jiménez. Una sombra en la que, siempre a nivel del inconsciente, «se ocultarían los rasgos de nuestra personalidad que nos avergüenzan y desearíamos no tener por considerarlos inaceptables. Pero una cosa es que permanezcan escondidos para no admitir que los tenemos y otra muy distinta es que no existan».

Puede que la persona que acabas de conocer te saque de tus casillas porque su comportamiento sea reprochable. Pero lo que realmente te irrita, lo que hace que te despierte tanta antipatía, es que te está mostrando una parte de ti. Que por muy reprimida que esté, te recuerda que no eres para nada perfecto. Como concluye la especialista en Psicología Clínica, «el reconocer estas reacciones inconscientes hacia los demás puede resultar muy útil para ayudarte a comprenderte mejor a ti mismo».