Para algunas personas, percibir un estímulo con dos o más sentidos a la vez es tan normal como respirar. FOTO: Pexels.
MENTE
Qué es la sinestesia, el fenómeno que amplifica los sentidos y el placer para disfrutar más de la vida
Esta capacidad de percibir un estímulo con más de un sentido puede ayudarte a sentir con mayor intensidad.
Por Paka Díaz
14 DE MARZO DE 2025 / 13:35
Para a quien nunca le ha ocurrido, cuesta ponerse en el lugar de para quienes percibir un estímulo con dos o más sentidos a la vez es tan normal y beneficioso como respirar. Eso es, justo, lo que las personas sinestésicas son capaces de hacer como algo totalmente natural. O sea, por ejemplo, ver los números de colores en la cabeza, o incluso a las personas. Tonos que cambian según tu percepción de ellas.
Este fenómeno se calcula que le ocurre al 1% de la población. Aunque para Juan Lupiáñez, catedrático y director del Grupo de investigación de Neurociencia Cognitiva, en el CIMCYC de la Universidad de Granada, «la cifra podría ser mucho más alta».
Qué es la sinestesia
La sinestesia consiste en la capacidad de experimentar de manera involuntaria y automática un sentido agregado ante un estímulo sensorial. O sea, que dos de nuestros sentidos perciban a la vez un estímulo. Por ejemplo, notar una caricia al mismo tiempo mediante el tacto y la vista. O, a la vez que sienten la caricia, escuchar un sonido. Entre las personas con sinestesia más celébres destacan el escritor Vadimir Nabokov, el poeta Charles Baudelaire, o el compositor Nikolái Rimski-Kórsakov.
Los orígenes de esta condición genética aún no son conocidos. Pero sí que se sabe que afecta a una pequeña parte de la población, pero podría ser a más personas de lo que se cree. Porque, muchas veces, ni la propia persona es consciente de ello, dado que le parece lo más normal del mundo. Por eso, se considera que está infradiagnosticada. Juan Lupiáñez investiga esta habilidad en el Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento (CIMCYC). Con la investigadora Alicia Callejas, cuya tesis doctoral es una de las cuatro primeras sobre sinestesia, han escrito el libro Sinestesia: El color de las palabras, el sabor de la música, el lugar del tiempo. Lo escribieron porque, por experiencia tras su investigación conjunta, «sabíamos que había mucha gente que sería muy feliz al enterarse de que no eran bichos raros, sino que tenían más bien el don de la sinestesia».
El don de la sinestesia
Según explica el neurocientífico, la sinestesia es una peculiaridad en la forma de percibir de un pequeño conjunto de la población. Se caracteriza por mezcla de distintos sentidos a la hora de percibir el mundo, de manera que se experimenta además de la sensación propia de ese estímulo, otra sensación en principio no asociada a él. «Por ejemplo, al escuchar un sonido se tiene conciencia de él, pero además se tiene una experiencia consciente de un color, un sabor o un olor, que son sensaciones normalmente producidas por la estimulación de otros receptores diferentes de los de la audición», aclara.
Además, Lupiáñez cuenta que «también se produce dentro de una misma modalidad mezclando la percepción de distintos atributos, que sabemos que normalmente se perciben de forma separada, como puede ser la forma y el color». El tipo de sinestesia más común, según indica, es el denominado grafema-color. «En este tipo, la percepción de una letra, número o palabra determinada produce la experiencia subjetiva de un color concreto», matiza. Y señala que le parece un don. «Cuando descubres el mundo de la sinestesia, te parece fascinante. Pero cuando sigues investigando te das cuenta de que lo realmente fascinante es la percepción en sí, cómo el cerebro es capaz de interpretar el mundo«, asegura y recalca que «esta experiencia fenomenológica de la percepción es lo que nos hace únicos en nuestra forma de percibir, en nuestra forma de ser». Y en el casos de las personas con sinestesia, perciben con un extra de singularidad.
Cómo ocurre la sinestesia
Según señala el experto en neurología cognitiva, la mayoría de las personas son sinestésicas no saben que lo son. Eso da una pista de que no afecta en gran medida a sus vidas cotidianas. «Se han descrito usos estratégicos que hacen de su percepción sinestésica, como el uso de claves memorísticas. Por ejemplo, no recuerdo el número tal, pero debe ser el 3 porque empezaba por verde«, explica Lupiáñez y destaca que «no se ha descrito de nadie a quien la sinestesia le resulte un problema. En todo caso podría serlo en caso de sinestesia múltiple si estamos en un contexto sobrecargado sensorialmente, en cuyo caso tendríamos una experiencia de sobre excitación, que nos podría incrementar el cansancio».
Eso sí, algunas personas han sufrido por el hecho de ser sinestésicas. «Recuerdo personas que nos llamaban al día siguiente de aparecer en algún medio contando que habían sufrido de pequeños por ser diferentes. Los tachaban de tener el demonio dentro, o de ser bichos raros», indica el catedrático. Pero subraya que «eso no es un problema de la sinestesia, o de la persona sinestésica, sino se una sociedad que no tolera al diferente». Por eso, considera que «sería bueno hablar más de esta condición para que se normalice, y se vea como algo normal, muy interesante, pero que no nos hace ni peores ni mejores».
Casos de sinestesia
Como recuerda el experto, él y Alicia Callejas empezaron a estudiar el fenómeno de la sinestesia por casualidad. «Al final de una clase de percepción, una alumna vino a verme diciéndome que era sinestésica. De ahí empezamos a interesarnos por el tema y a estudiar su caso», comenta. Entre los casos más curiosos que ha encontrado, destaca aquellos en que a ciertas personas se les atribuyen colores según su personalidad, y que según los conocen, los ven de otro color. «A mí me pasó con la primera persona, una alumna, con quien empezamos a investigar ese fenómeno. Al principio me veía de color marrón, como profesor de la asignatura de Percepción que impartía. Con el tiempo, después de mucha interacción participando en varias de nuestras investigaciones fue cambiando la forma como me veía. Un día me dijo que ya me veía de color verde«, cuenta.
Además, recuerda los casos de una chica «que veía los orgasmos de distintos colores, según los disfrutara. Y otra persona, no recuerdo si era chico o chica, que le dolían las cosas de distintos colores, según la magnitud y el tipo de dolor. O sea, distinto ya fuera un dolor de estómago, de muelas, o una herida, etc». Por todo ello, aunque ahora se dedica al estudio de la atención, para ver cómo atendemos y cómo podemos mejorar nuestra atención, reconoce que sigue consultando la literatura científica sobre sinestesia, porque le sigue pareciendo tan fascinante de estudiar como el primer día. Y recuerda, para las personas con sinestesia: «es maravilloso darte cuenta de que eres una persona que no tienes nada raro, nada por lo que te deberían haber discriminado, descubrir que no tienes ninguna tara sino más bien un don«.