Por qué funciona el truco del cubito de hielo para acabar con un ataque de ansiedad que has visto en TikTok

Hay momentos en la vida en los que el cuerpo, sobrepasado, no es capaz de lidiar con toda la ansiedad que lleva en su interior. En los que no puede mantener a raya tanta tensión acumulada y el estrés acaba tomando el control. Manifestándose en forma de ataque de pánico que origina una gran angustia, y mucho miedo, a quien lo sufre. Pero hay un sencillo truco que está arrasando en las redes sociales para atajar de raíz estas crisis de ansiedad: frotar un cubito de hielo en la nuca. Y funciona muy bien.

Alicia McDonald, terapeuta especializada en el abordaje de la ansiedad, explica que «cuando se está teniendo un ataque de pánico hay que sostener un cubito de hielo en las manos o frotarlo en la nuca. La sensación de frío es muy eficaz para ponerle fin, pues promueve la estimulación del nervio vago, lo que a su vez provoca que el cuerpo inicie el proceso de relajación».

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No estás solo

La Clínica Mayo define estos ataques como «episodios repentinos de miedo intenso que provocan reacciones físicas graves cuando no existe ningún peligro real o causa aparente«. Unos ataques que pueden causar un gran miedo, hasta el punto de que cuando se presentan «puedes sentir que estás perdiendo el control, que estás teniendo un ataque cardiaco o, incluso, que vas a morir».

Además, estas crisis de angustia no son para nada infrecuentes. De acuerdo con Salud Mental España, en torno a un 47,6% de los adultos de nuestro país las ha padecido en algún momento de su vida. Y según ha revelado la Universidad Estatal de Florida, no sólo son más comunes, sino también mucho más intensas, en las mujeres que en los varones. Pero hay una buena noticia. Al contrario de como ocurre con tantos remedios milagrosos que también se han vuelto virales, el truco del cubito de hielo es realmente eficaz.

No estás en peligro

No importa que tu vida no esté en riesgo. Tanta ansiedad provoca que el sistema nervioso simpático siga cumpliendo su misión ancestral: mantener tu cerebro en un estado de alerta constante con el fin de protegerte. Para lo que ordenará a la amígdala que libere hormonas del estrés, como el cortisol y la adrenalina, y prepare al cuerpo para luchar o huir. Acelerando la respiración, la frecuencia cardiaca y la presión arterial. Que en un ataque de pánico se acaban disparando, causando sudoración intensa, temblores, sofocos e, incluso, dolor torácico.

Ha llegado el momento de enfriar los nervios

Pero el peligro está solamente en tu imaginación. Así que hay que calmarse. Activar el gemelo opuesto de este sistema nervioso simpático: el parasimpático, encargado de promover la relajación y el descanso. Lo que se logra estimulando su componente principal. Es decir, el nervio vago, el más largo de todos los que se encuentran en el cuerpo y que llega desde el cerebro hasta el abdomen. Pasando por la nuca.

El frío intenso estimula el nervio vago. De ahí que la crioterapia sea tan efectiva para reducir la ansiedad. Pero no es necesario tener que sumergirse en agua helada. Basta con aplicarse un trozo de hielo en la parte posterior del cuello. Lo que además de «atajar la respuesta de lucha o huida en el cerebro –indica Alicia McDonald–, también ayuda a la mente a centrarse en el presente en lugar de en el pánico». El cerebro dirigirá su atención a la textura y, sobre todo, la temperatura del cubito, por lo que dejará de darle más y más vueltas a las preocupaciones y otros pensamientos negativos que causaron su sobreexcitación.

Canta una canción

¿No tienes un cubito a mano? No te preocupes. Hay otras formas sencillas de recuperar el control. Respirar profundamente, limitando en extremo el número de inhalaciones, tal y como se hace en la técnica de respiración resonante, te ayudará a calmarte rápidamente. O dado que el nervio vago recorre la laringe y la faringe, algunos ejercicios sencillos como serían tararear, hacer gárgaras o reír también activan este nervio y, por ende, la relajación del cuerpo, reduciendo el estrés y la ansiedad.